Aún aquellas empresas que están experimentando un avance con muchos esfuerzos y disrupciones en sus procesos operativos, hoy son empresas más preparadas para mantener continuidad inmediata de sus actividades, seguir conectadas con sus clientes, empleados y proveedores de manera efectiva y entregar valor diferenciador aún en situaciones poco favorecedoras. Estas empresas saldrán fortalecidas, la transformación digital se ha convertido en su motor clave de sobrevivencia.
Pero esto no es cuestión de suerte, claramente las empresas más preparadas y avanzadas en su transformación son las que no deberían diferenciar el nivel de productividad generada por vía remota o estando en condiciones regulares de operación.
Los objetivos y retos de las compañías no deberían cambiar aún en crisis, de hecho, siempre ha sido crucial mantener la colaboración, incrementar el nivel de compromiso y conexión con los clientes, aunque ahora esto va condimentado con algunos nuevos retos como el trabajo a distancia y cuestiones de cultura organizacional del trabajo moderno -tema aparte-, es real que pronto podríamos alcanzar la capacidad de adaptación inmediata y completa continuidad.
¿Qué pasa, entonces, con aquellas compañías que por mucho tiempo se resistieron a la migración a modelos digitales y basados en tecnologías como la nube o la Inteligencia Artificial? En los mejores casos, esta crisis ha sido un acelerador de su transformación. Muchas empresas se han visto obligadas a apresurar la implementación de tecnología en sus procesos, se enfrentaron a una realidad rebasada y esto las ha forzado a adoptar una realidad como es y no necesariamente como quisieran que fuera.
Estas compañías han sufrido un proceso transformador acelerado y con muchos topes en el camino, pero debe quedar la conciencia de que se está apostando por tener compañías altamente competentes y con bases tecnológicas, lo suficientemente fuertes para enfrentar cualquier otra situación en el futuro.