El lunes 17 de agosto, Andrés Manuel López Obrador dio a conocer que su gobierno realiza un proceso de consultas con los empresarios para afinar un nuevo proyecto de reactivación económica. Sin embargo, la incertidumbre domina en el sector privado. Sí, ha habido consultas pero la mayoría de los empresarios sostiene que el próximo anuncio presidencial será insuficiente y decepcionante.
La reforma a las Afores es solo un caramelo. El plan anunciado estará envuelto en el contexto del II Informe de Gobierno, por lo que estará inspirado fundamentalmente en la tesis política que ha dominado recientemente. Sí, bienvenidos los negocios, pero sólo aquellos que no atenten contra la tesis del presidente y de nadie más.
Las llamadas consultas con los empresarios han servido para el registro, mientras que los secretarios de Estado no son tomadores de decisión (mucho menos de riesgos). El mensaje será muy claro: la reactivación económica se hará a mi modo.
Tres elementos paralelos habrá que considerar ante la nueva reactivación económica:
- Uno, el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2021 favorecerá aquellos proyectos de infraestructura ligados a un apoyo electoral.
- Dos, con este PEF el presidente se jugará su carta más importante para dotar de continuidad a su proyecto.
- Tres, el deterioro económico es de tal magnitud que la pregunta está en saber si la llamada cuarta transformación tendrá el tiempo suficiente para desplegar y rendir resultados con su plan, antes de que pudieran ocurrir inconformidades sociales.
Andrés Manuel López Obrador argumentará que su estrategia ha sido la correcta, que se acabó el rescate a “los de arriba” y que la prosperidad tiene “que llegar abajo”. Vendrán las reacciones, pero no necesariamente encendidas. No se espera la aplicación de dos medidas clave para la reactivación: apoyo a las empresas y más deuda publica.
Se escucharán voces que tronarán contra el alcance de los planes de infraestructura, contra el embate a la industria de alimentos, contra las consultas a modo. Es muy posible que haya una condena si el plan no es integral y si éste solo le da un espaldarazo al presidente. Pero hasta ahí.
Las reuniones del sector privado con el presidente ya no provocan entusiasmo. Incluso, cada día resulta más difícil descifrar la mejor forma de endurecer la narrativa, sin dejar de tener interlocución. Para muchos empresarios la mejor táctica es seguir aquella máxima que dice que, de lo perdido, lo recuperado.