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Tragedia educativa, ¿nos sentamos a verla o hacemos algo?

El sector de inversión de impacto está atento a ideas de escuelas, emprendedores, innovadores sociales: encontremos juntos cómo sí se puede, opina Rodrigo Villar.
jue 27 agosto 2020 12:59 AM

(Expansión) – Más de 30 millones de niños y jóvenes volvieron a clases en México, pero en realidad de buena parte de ellos –quizá la mayoría– a un sucedáneo de clases por televisión. Se dice que eso es mejor que nada, y puede ser, siempre que olvidemos que al menos desde mayo pudo planearse algo mejor, en vez de improvisar a semanas del inicio del ciclo escolar.

Lo cierto es que estamos ante una tragedia generacional en términos de atraso, desmotivación y deserción escolar. Como en casi todo, la mayor afectación será para las familias en pobreza.

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Save The Children ha alertado que el COVID-19 está mutando en una emergencia educativa global. Millones no volverán a la escuela y engrosarán las filas del trabajo infantil, mientras que las brechas de conocimientos se ahondarán, para agudizar el drama prexistente: la mitad de los niños de países en desarrollo no logra asimilar la lectura de una oración simple al final de la primaria.

Por eso es tan frustrante ver que, mientras se gesta esta catástrofe, nuestra clase política y gobernante se muestra casi enajenada con la política de bajo nivel. La pregunta, desde la ciudadanía, es si podemos trascender el rol pasivo de espectadores de escándalos y grillas.

¿De verdad no podemos asumir una posición más proactiva, con una intervención social emergente, solidaria, incluyente, innovadora? ¿Hacer mucho más desde ONGs, municipios, empresas y en las mismas comunidades escolares? ¿Qué esperamos para generar soluciones y alternativas con maestros, padres de familia y los propios estudiantes?

Tiempos extraordinarios demandan soluciones extraordinarias. Apertura, flexibilidad, sentido práctico: un grado de autonomía que no puede llegar “de arriba”.

Quizá la clave reside justo en eso: olvidarse, aunque sea durante la crisis, de panaceas, planes nacionales que suenan bien pero nunca se realizan o enésimas “reformas históricas”, para concentrarnos, desde la sociedad, en lo que puede hacerse aquí y ahora. En concreto, me refiero a trabajar en iniciativas que surgen en el ámbito local, desde la base, con proyectos de emprendedores sociales y de pueblos, colonias, escuelas.

Cuando leí que la CNTE rechazaba el plan oficial de recurrir a la televisión y seguiría uno propio con uso de fotocopias, pensé en otra muestra más del anacronismo de este sindicato magisterial que pareciera estar permanentemente en huelga. Sin embargo, pensándolo mejor, y más cuando se reportan retrasos incluso en los libros de texto, su propuesta podría ser más aterrizada y eficaz que la del gobierno, al menos en las zonas más pobres del país donde trabajan sus agremiados.

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Estas son las fechas clave para el regreso a clases a distancia en la SEP

A diferencia de la burocracia de la capital, conocen de primera mano y llegan a esos lugares en los que a veces ni siquiera hay luz y los papás tienen que salir a trabajar para conseguir el sustento básico, en muchos casos con los hijos a cuestas. ¿Qué ofrece más versatilidad: fotocopias y maestros itinerantes o televisiones y docentes desconectados?

Recién leí cómo afrontaba el ciclo escolar Santa María del Mar, una comunidad Huave de la región del Istmo: su escuela fue destruida por el sismo de 2017 y desde el 2014 no hay energía eléctrica. Ni modo que nos quedemos esperando otra reforma educativa. No porque sea innecesaria, sino porque las soluciones se necesitan ya, y no derechos de papel.

Una cosa debería estar clara a estas alturas, en el mundo y por supuesto en México: el gobierno no puede solo. Mucho menos ahora. Hay muchas cosas que pueden hacerse rápido y arrojar resultados con efectos benéficos multiplicadores.

Pienso en la revolución que hoy tiene lugar con la autogeneración eléctrica a base de paneles solares en muchas aldeas de África, que se alista como llave de inclusión digital, y con ésta, a esquemas transformadores de educación remota complementaria. Eso transforma vidas, y en muchos casos se está pagando sin presupuesto público, con modelos de negocio rentables. ¿Por qué no en Santa María del Mar?

Se trata de sacudirse de dogmas y dejar de esperar pasivamente directrices centrales: apelar a la innovación social y a las sinergias que pueden tejerse, lo mismo entre gobiernos municipales y agencias de cooperación internacionales que con empresas e inversionistas de impacto.

Este es un momento ideal para estimular y apoyar la creatividad social, que siempre surge en tiempos difíciles. Eso justamente ocurre ahora. En Estados Unidos, el movimiento de las rage moms no se ha limitado a la protesta, sino que es parte de una participación social emergente que está generando soluciones desde la base: el caso de los learning pods, que reúnen a grupos de niños con profesoras en casas de las familias, como complemento a las clases virtuales. No es de extrañar que haya cientos de programadores desarrollando software y más soluciones.

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Este profesor recorre el campo en bicicleta para dar clase en cuarentena

Algunas ciudades trabajan en clases restringidas a los estudiantes más vulnerables, mientras que Bill Gates está donando 50% adicional sobre aportaciones para apoyar a los profesores en la “nueva normalidad”. En México, el Estado ni siquiera apoyó con crédito de Internet, y aun así, en el cierre del ciclo pasado, maestras y maestros de todo el país impulsaron iniciativas originales y eficaces para acercarse a sus alumnos.

¿Por qué no hacer de la tragedia la ocasión para quitarnos de telarañas ideológicas, ataduras burocráticas y políticas, para despertar la innovación social en mecanismos complementarios a la escuela, nuevas opciones pedagógicas, modelos de adopción de escuelas o pilotos experimentales de respuesta rápida?

¿Por dónde empezar? Es tan fácil o difícil como lo queramos: llamar a la imaginación social. Crear fondos para apoyar las buenas ideas e iniciativas viables. Al margen del videoescándalo en turno, comencemos por buscarnos y ponernos en contacto. El sector de inversión de impacto está atento a ideas de escuelas, emprendedores, innovadores sociales: encontremos juntos cómo sí se puede.

Nota del editor: Rodrigo Villar es un emprendedor social y Socio Fundador de New Ventures, donde busca transformar la manera tradicional de hacer negocios y crear un nuevo modelo empresarial que perciba el impacto como status quo. Cuenta con un MBA del Royal Melbourne Institute of Technology y estudió la carrera de Contabilidad y Administración Financiera por el Tecnológico de Monterrey. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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