Muy extraña percepción del Derecho la del presidente pues plantea la dicotomía entre someterse a él: y de no ser así, obedecer la ley. Es como si ÉL fuera la norma máxima (no escrita) y lo demás (Constitución, leyes, reglamentos, etc.) fuera una suerte de texto auxiliar para poner su voluntad en blanco y negro. Eso recuerda mucho al dicho tan citado de Luis XIV, solo que con alguna variante: “La Ley Soy Yo, y si no te queda claro, te lo pongo por escrito.” Así, el presidente puede prescribir toda suerte de cosas (algunas ilegales) porque puede cambiar la ley para que él y ésta coincidan a la letra.
Este tipo de pataletas (infantiles, pero no menos peligrosas) demuestran la ceguera de poder que tiene Andrés Manuel. Por ahora, su partido tiene la mayoría calificada y la simple del Congreso y las legislaturas locales para llevar un cambio constitucional pero se trata de algo circunstancial, no estructural.
Por otra parte, si tanto quiere cambiar la Constitución en el campo de la energía, ya hay una iniciativa de un Diputado Daniel Gutiérrez Gutiérrez en la que pretende retornar a la redacción de la Constitución tal y como estaba antes de la reforma. Sin embargo, el presidente ni ha avalado ni ha negado su apoyo a esta iniciativa, lo cual es llamativo si se considera su perfil autoritario. ¿Es esta iniciativa otro “sustito” para que nos portemos bien? ¿O es el anuncio de que ahí viene el chanclazo energético si nos portamos peor?
Si el presidente va a lanzar una reforma Constitucional, y no un chanclazo, ya la queremos ver, tan solo para imaginar a qué se atiene el país con semejante arrojo. Porque si acaso tendrá un impacto aquí, más irritará las pieles y los nervios de la comunidad empresarial y financiera global.
Si se concreta la advertencia de una reforma, que afecte los derechos e intereses de la inversión, un simple chanclazo a la mexicana podría ser retribuido con arbitrajes comerciales y de inversión, degradación de la calificación crediticia de México, ruptura de relaciones comerciales y cuántas sanciones más derivadas del incumplimiento de decenas de Tratados Bilaterales e Internacionales de Inversión que nuestro país alegremente ha firmado con más de medio mundo.
En el ámbito interno también habrá dolor pues una cosa es arrastrar la pluma con frases ampulosas sobre el rescate de nuestra soberanía y seguridad energéticas y otra mucho más compleja es crear reglas e instituciones para crear modelos viables de industria. Y eso no se hace ni con saliva, ni con megalomanía, ni con el dedito flamígero del papá que está enojado.