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Los riesgos que están por venir

Quien conozca la información y sepa traducirla a un análisis que anticipe y prevenga logrará mitigar al mayor nivel cualquier riesgo, considera Carlos M. López Portillo.
jue 29 octubre 2020 11:59 PM

(Expansión) – Sin lugar a dudas, el año 2020 ha sido uno de los más complejos e impredecibles en la historia de la humanidad. Aún cuando se hubiera reconocido que sería un año con determinados eventos fatales, probablemente ni los analistas con mayor agudeza prospectiva hubieran atinado completamente sus aseveraciones.

Resulta curioso pensar que ya algunas sociedades habían pasado por esta complicada experiencia relativamente no hace mucho tiempo. La gripe española, que tuvo lugar en 1918 y es considerada todavía la peor o una de las más devastadoras pandemias, dejó a su paso una mortalidad (estimada) de entre veinte a 40 millones de personas, aunque hay fuentes que incluso llegan a citar hasta más de 50 millones.

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Otras circunstancias catastróficas como la Gran Depresión o las guerras mundiales también dejaron millones de muertos; sin embargo, se trató de las malas decisiones del hombre y no de un agente patológico que su propagación implicó que el mundo se detuviera y cambiara su manera de funcionar (no entraré en la discusión sobre la hipótesis que plantea que este fue un virus creado por el hombre con determinada intencionalidad).

Definitivamente, esto debe plantearnos a nivel individual y colectivo muchas preguntas. ¿Hacia dónde nos dirigimos como especie? ¿Hemos aprendido las lecciones y hemos evolucionado como correspondería? ¿Generamos conciencia de esta experiencia o mayor intolerancia e insensibilidad? Todas estas preguntas construyen un nuevo entendimiento de la realidad, el cual estará vigente los próximos años.

Muchos paradigmas cambiarán después de esta gran pandemia que estamos viviendo, iniciando por el sistema económico, el sistema de salud, la tecnología, la información, la forma en que nos transportamos y comunicamos, las dinámicas del día a día, entre otros.

Junto con ello vendrán riesgos y amenazas más complejos e interconectados, que representarán un desafío para gobiernos, organizaciones, empresas e individuos. La ecuación que la nueva realidad creó será una en donde descifrar cómo se conectan los puntos y anticiparse tendrá un grado de mayor dificultad y complicación.

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Tendemos a pensar que las variables dentro de un contexto son totalmente controlables. Estábamos muy acostumbrados a pensar que, aunque las cosas cambiaban de una manera dinámica, no teníamos saltos exponenciales tan marcados como el que provocó dicha situación.

Todo ello cambió y ahora lo estamos experimentando. El teletrabajo, las videoclases, los pedidos por Internet, el uso de cubrebocas y la sana distancia son pequeñas muestras que confirman que estamos inmersos en un gran proceso transformativo.

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La pandemia acelera la revolución 4.0 en las empresas

El reto es aún mayor cuando nos damos cuenta de que junto con esos cambios también se transformaron los riesgos que enfrenta la sociedad. No es algo menor darnos cuenta de que estamos en un momento de gran deterioro de las instituciones democráticas, de una enorme polarización social, de una inequidad y niveles de pobreza y hambruna como nunca antes se había visto en otra época y de fenómenos naturales cada vez más catastróficos.

A ello hay que sumarle el calentamiento global, las nuevas formas que tomó el crimen y la violencia, la guerra digital y los ciberataques, el impacto en las cadenas de suministro y logística, el terrorismo y sus nuevos planteamientos, etc.

OPINIÓN: El valor de la esperanza y de soñar

Los riesgos que ya están presentes y los que están por venir merecen tener una visión preventiva, basada en un pensamiento holístico y en una aproximación integral. No podemos concebir un mundo en el que predominen las casualidades; por el contrario, todo se conecta, impera la causalidad, todo interactúa, aún en el caos existe esa perfección, aún en la racionalidad hay que considerar lo irracional.

Por ello los mejores preparados serán los más exitosos y saldrán adelante más rápido ante las futuras crisis; quien conozca la información y sepa traducirla a un análisis que anticipe y prevenga logrará mitigar al mayor nivel cualquier riesgo y sus consecuencias.

OPINIÓN: Si no actuamos nosotros, ¿quién lo va a hacer?

La pandemia dejará también enseñanzas y aprendizajes que nos permitirán evolucionar. Al menos, ese es nuestro deseo más sincero.

Nota del editor: Carlos M. López Portillo Maltos se ha desarrollado en el ámbito profesional en temas relacionados con la inteligencia, geopolítica, migración, comunicación política y corporativa, medios y análisis político. Cuenta con la Licenciatura en Ciencias Políticas, del Tec de Monterrey, y una Maestría en Responsabilidad Social, de la Universidad Anáhuac del Norte. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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