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Tres áreas de impacto en la revolución tecnológica

La revolución digital también representará una coyuntura para volver a pensar en la ética y sus alcances, considera Guillermo Founier.
sáb 30 enero 2021 12:01 AM

(Expansión) - Comienza un nuevo año y con su llegada entramos de lleno a la tercera década del siglo XXI. Aunque actualmente nos encontramos viviendo tiempos de turbulencia producto de la contingencia global en materia sanitaria, y sus efectos sobre la economía y la sociedad, lo cierto es que el futuro es promisorio en cuanto a desarrollo y oportunidades en sentido amplio.

Los avances tecnológicos de los cuales nuestra generación ha sido testigo no tienen precedentes; hoy nos desenvolvemos en un mundo dinámico, donde la globalización y la conectividad han transformado la manera de relacionarnos como especie humana. La comunicación, los negocios, el intercambio cultural, e incluso la política son actividades fuertemente influenciadas por las nuevas exigencias y recursos de la era contemporánea.

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Es muy probable que la década que inicia funja como parteaguas en cuanto a disrupción se refiere; los tecnólogos llevan rato advirtiendo sobre la próxima revolución inteligente, cuyas protagonistas serán la digitalización agresiva y la automatización de tareas, de la mano de la robótica y la inteligencia artificial.

Dado que el cambio es inevitable y los aires de la innovación empujarán con fuerza, generando tensiones en mercados, marcos legales, y dinámicas sociales, será crucial preparar el terreno con el propósito de adaptarnos a contextos diferentes, así como a nuevos paradigmas.

En este orden de ideas, se vislumbran al menos tres grandes áreas de impacto que, sin duda, no serán ajenas a la revolución tecnológico-digital. Tomar en cuenta estos elementos puede marcar la diferencia entre competitividad y prosperidad, o fracaso y frustración.

Primero

La educación deberá transitar hacia un modelo novedoso que incluya dentro de sus programas de estudio el desarrollo de habilidades blandas como el trabajo en equipo, el pensamiento creativo, y el manejo de conflictos.

En un entorno que evoluciona a marcha acelerada, es factible que el conocimiento teórico-conceptual y técnico aprendido en las aulas se vuelva obsoleto en relativamente poco tiempo. En cambio, las aptitudes requeridas para colaborar, innovar, y resolver problemas, no tienen fecha de caducidad.

El futuro de la educación es el futuro de la economía y los negocios, porque el talento profesional y la disciplina se cultivan desde los centros escolares. Por ello, las escuelas creativas darán impulso y dirección a la transformación que viene.

Segundo

Habrá que prestar enorme atención a las oportunidades de emprender que resultarán del auge tecnológico del mundo digital. John Sculley, ex directivo de Pepsi y Apple, señala con convicción que estamos por entrar a la mejor época histórica para construir empresas multimillonarias.

Herramientas como el big data, el internet de las cosas, el almacenamiento virtual en la nube, y la movilidad de los smartphones, ya están abriendo horizontes de negocios inimaginables hace apenas 20 años. Es difícil predecir las oportunidades que podrán presentarse en el futuro una vez que dichos recursos tecnológicos continúen sofisticándose, pero, con certeza, las posibilidades serán casi infinitas.

Capitalizar las herramientas disponibles para dar vida a proyectos viables que produzcan valor es ahora el reto delante de aquellos emprendedores que se atreven a pensar en grande, conscientes de que hace falta romper esquemas y apostar por el pensamiento disruptivo para imaginar escenarios de oportunidad.

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La pandemia acelera la revolución 4.0 en las empresas

Tercero

El cambio de era próximo necesariamente se traducirá en un replanteamiento de determinados valores y prioridades; la revolución digital también representará una coyuntura para volver a pensar en la ética y sus alcances.

En este sentido, la urgencia por hacer frente al calentamiento global, seguramente nos obligará a establecer buenas prácticas de desarrollo sostenible en las empresas y los gobiernos. El consumidor cada vez será más consciente del tema ecológico y exigirá productos y servicios amigables con el medio-ambiente.

Asimismo, la inclusión jugará un papel fundamental en los negocios y en la convivencia social. La brecha de género entre mujeres y hombres por fin será cosa del pasado si existe voluntad por superar lastres y prejuicios. Se consolidará una cultura de respeto hacia las personas con discapacidad, y la xenofobia cederá para perecer en un contexto de globalidad y multiculturalismo.

La década que comienza debe llamarnos al optimismo. El futuro pinta bien, pero, como siempre, ese futuro será para aquellos que sepan ver las oportunidades y convertirlas en acciones transformadoras.

Nota del editor: José Guillermo Fournier Ramos es docente en la Universidad Anáhuac Mayab. Vicepresidente de Masters A.C., asociación civil promotora de la comunicación efectiva y el liderazgo social. También es asesor en comunicación e imagen, analista y doctorando en Gobierno. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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