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Startups innovadoras y el paradigma de la aversión al riesgo

Es claro que el capital de riesgo en México es reducido y orientado hacia actividades maduras en menoscabo de la innovación, considera Juan Alberto González Piñón.
mar 09 marzo 2021 11:58 PM

(Expansión) - La aversión al riesgo del sistema bancario tradicional, agravada por un desarrollo débil y sesgado del mercado de capital de riesgo, ha dejado a la mayoría de las startups innovadoras sin recursos para financiar las etapas iniciales en la creación y el desarrollo de empresas basadas en ciencia y tecnología.

Las startups son un claro eje de transformación, innovación y generación de empleo. En México, la clave para hacerlas competitivas requiere del involucramiento de los grandes corporativos, así como de las tecnologías y soluciones generados en los centros de investigación y universidades.

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Por un lado tenemos las inversiones que realizan los corporativos en startups también conocidas como corporate venture capital, las cuales buscan nuevos modelos de negocios y tecnologías que impulsen sus procesos de innovación, además de alcanzar mejores rendimientos financieros.

Por otro lado tenemos la creación de empresas derivadas de la comercialización de los resultados de la investigación desarrollada en las universidades y centros de investigación, en esos casos estamos ante lo que se denomina spin-offs.

Uno de los principales obstáculos para el desarrollo de startups innovadoras, particularmente en México, es la escasa oferta de financiamiento en etapas tempranas, sobre todo cuando los emprendedores tienden a construir soluciones creativas y originales que ponen en entredicho el paradigma dominante en alguna industria. Hace que en un primer momento la llamada de inversión se perciba de alto riesgo, no obstante que sea relevante para el mercado en algún aspecto.

Como consecuencia se crean menos empresas con alto potencial de crecimiento y las que logran nacer lo hacen con un tamaño y nivel tecnológico no óptimos.

Los proyectos de emprendimiento innovadores se deben materializar, razón por la que los inversionistas pueden decidir acompañar con capital y conocimiento a estas futuras startups, es que el experimento se convierta en realidad.

La diferencia principal entre un emprendimiento direccional y uno interseccional es que, en el primer caso, se conoce a dónde va la propuesta de solución, tiene una misma dirección dentro del paradigma dominante, en donde su aportación de valor suele ser la eficiencia, reflejada en la mejora de un producto o servicio, en pasos bastante predecibles.

En su caso, los emprendimientos interseccionales representan potenciales innovaciones que suelen ser radicales. Estas potenciales startups operan con un mayor dominio de conocimiento técnico especializado, por lo tanto, en su ejecución requieren de emprendedores con un alto perfil de conocimiento tanto en la tecnología, como en el mercado.

En ambos casos se requiere de recursos financieros y de acceso a redes de mentores y servicios de apoyo en gestión empresarial, que suplan y corrijan las carencias del emprendedor. En el ámbito del emprendimiento las personas que consiguen innovaciones radicales, que dan lugar a un nuevo paradigma, han sido o muy jóvenes o muy nuevas en el campo cuyo paradigma cambian.

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Por lo tanto es relevante entender que los emprendimientos interseccionales ofrecen soluciones disruptivas, lideradas por equipos heterogéneos, pues los conceptos que implican son tan diferentes y las combinaciones tan poco frecuentes que nadie pensaba que fuera posible.

Entonces, ¿qué ocurre? ¿Por qué en México el capital de riesgo no está realmente apoyando el surgimiento de estos nuevos emprendimientos? Es fundamental entender que estas startups en etapas tempranas, generalmente, no disponen de activos realizables, o bien solamente cuentan con activos intangibles de valor difícilmente determinable, debido a su nivel de disrupción.

Es pertinente que tanto los emprendedores como los inversionistas estén abiertos y dispuestos a conocer los diversos campos de aplicación que pueden llegar a tener las iniciativas de emprendimiento; la explosión de combinaciones de conceptos puede ofrecer una miríada de usos fantásticos, pero esto no garantiza que haya innovación, sino que es necesario validar esos conceptos con el mercado, para después convertirlos en una realidad de negocio.

El financiamiento es parte fundamental de un ecosistema de emprendimiento e innovación. En la mayoría de los países de la OCDE este financiamiento considera una combinación de fuentes de recursos públicos–fundamentalmente para las etapas de I+D– y de recursos privados para la etapa de instrumentación y desarrollo de la innovación.

Sin embargo, para el caso mexicano la inversión de capital de riesgo ha sido insuficiente, sobre todo en las etapas tempranas que consideran la preparación, prueba de concepto y el desarrollo del prototipo y las validaciones técnicas y de mercado.

Es claro que el capital de riesgo en México es reducido y orientado hacia actividades maduras en menoscabo de la innovación. El paradigma debe cambiar.

Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es director de Spark UP y académico de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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