Acudir a un espacio de trabajo para elaborar documentos, interactuar con colegas o atender clientes pasó de ser algo cotidiano a un recuerdo lejano.
Si bien todos esperamos superar lo antes posible los estragos causados por el distanciamiento social, hay prácticas que llegaron para quedarse: está comprobado que el trabajo a distancia puede funcionar eficaz y eficientemente.
Un ejemplo de esto son las reuniones. La videoconferencia se ha convertido en una opción más económica al evitar los viajes en avión sólo para una junta de trabajo o para los empleados al ahorrarse el traslado a su oficina.
Incluso la autoridad ha considerado regular esta dinámica al reformar el artículo 311 de la Ley Federal del Trabajo en materia de Teletrabajo, cuyas disposiciones aplican para que las personas desarrollen más del 40% del tiempo sus actividades laborales en casa. Éstas y otras circunstancias nos llevan a las siguientes preguntas: ¿necesitamos una oficina para trabajar?, ¿seguirá siendo rentable el alquiler de espacios para oficinas?, y finalmente, ¿qué implica migrar a una modalidad de trabajo 100% a distancia?
Claro que la modalidad de trabajo remoto presenta una serie de ventajas tanto para la empresa como para el empleado. Ambos ahorran en ciertos gastos -insumos, cafetería y renta; traslados, tiempo y comida-, y ambos adoptan nuevas formas de trabajar, desde sistemas de comunicación mediante apps hasta el cambio del atuendo de oficina por uno más orientado a la comodidad -como la ropa deportiva-.
Ahora, tanto empleados como empresas se enfrentan a nuevos (o no tan nuevos) problemas. La falta de control sobre la productividad o el seguimiento de proyectos es el dolor de cabeza más fuerte para las firmas, y las jornadas extendidas debido a la improductividad por la falta de autodisciplina llevan al empleado a borrar la línea que separa la vida personal y laboral. Estos son los retos de la organización post-pandemia.
Sin embargo, abandonar las oficinas tiene repercusiones no sólo en el sector de bienes y raíces, sino en la economía en general. Dejar las oficinas por el trabajo en casa impacta también en los sectores aledaños que satisfacían necesidades de trabajadores in-situ: alimentos, transporte, estacionamientos, restaurantes, limpiadurías, boleros, entretenimiento después de las horas de oficina, y otros tantos que diseñaron su negocio alrededor de centros de trabajo.
Sin duda el futuro de los antiguos espacios de trabajo tendrá que reinventarse. Esperar a que finalice la pandemia y suponer el regreso de la normalidad económica previa es una apuesta arriesgada, por lo que ahora más que nunca los tiempos de crisis son oportunidades para innovar.