Pero en este mundo de los Non Fungible Tokens lo que se negocian son los tokens como unidad de referencia y que fueron realizados, como ya señalamos, con las características del block chain; es decir, una unidad encriptada que garantiza al inversionista y al creador de la obra que no será copiado, robado o reapropiado con algún cambio, garantizando el valor del bien.
Y es que desde años atrás los coleccionistas de arte o fanáticos de artistas o deportistas han sido capaces de pagar cantidades exorbitantes por un bien que consideran único e irrepetible, que con el paso del tiempo y las nuevas tecnologías se ha podido copiar; la música y las obras de arte sufren mucho ese efecto y eso hace que pierdan valor.
Con los NFT eso deja de ser así, los artistas garantizan -a través de los bloques de datos-, que sus o creaciones sean únicas y que no se van a replicar. Al encriptarse estas operaciones son realizadas y vendidas a través de NFT y para ello se recurre a subastas en un inicio, oferta inicial, y luego se vuelven objetos de colección intercambiables.
Al pasar de manos, el autor siempre recibe una regalía y el dueño del voucher, token o factura, como quieran llamarle, aumenta el valor del bien.
Por esta razón los artistas han decido así proteger sus obras y poco a poco han entrado en un mercado altamente atractivo para inversionistas y artistas. Al cierre de 2020, este mercado presentó transacciones de más de 250 millones de dólares, un monto nada despreciable si consideramos que tan solo en 2017 había alcanzado un valor de 62 millones de dólares, según un estudio de NonFungible.
Un ejemplo de este creciente interés son los NFT que emitió Daft Punk (dúo de músicos franceses) en una de las plataformas denominada Rarible, cuando la pareja anunció su separación, los NFT subieron de valor.