Lo anterior en el contexto de un ambiente con altos niveles de incertidumbre, donde predominaba la pérdida de empleos, el cierre de empresas y el continuo declive en la inversión en el país. Todos estos factores llevaron a que México cayera en una crisis económica, la más aguda en más de 40 años.
A un año de la llegada de la pandemia, uno de los muchos factores preocupantes es que la inversión, una de las variables más importantes para la recuperación económica del país, es también una de las más afectadas y la que posiblemente tarde más en recuperarse.
En 2020, este variable se redujo en más de 18% y acumuló dos años consecutivos debilitándose: antes de la llegada del coronavirus, la inversión en México no se estaba fortaleciendo, no se destinaban tantos nuevos recursos a la creación de proyectos. Por lo tanto, la pandemia llegó a profundizar esta situación y provocó que la disminución en los niveles de inversión nacionales fuera más marcada.
Esto significa que no se creó el capital necesario para aumentar la capacidad productiva del país, incentivar el desarrollo tecnológico o generar nuevos proyectos de infraestructura, los cuales eventualmente se volverían nuevas fuentes de empleos y aumentarían la productividad de los trabajadores y trabajadoras de México.
Así, una inversión débil como la que se veía desde antes de la pandemia evita que la economía nacional crezca más, y deja a uno de los motores más importantes de la economía en niveles bajos. Las razones detrás de la caída de la inversión reflejan la disminución que ha habido en la confianza de los inversionistas para inyectar recursos en México.
Tanto grandes como pequeños inversionistas han decidido destinar cada vez menos recursos en el país, en un contexto en el que cada vez es más incierto si los contratos establecidos se cumplirán o no. Diversos ejemplos de contratos incumplidos o puestos en duda (muchas veces por el gobierno federal) una vez que las obras ya habían empezado han hecho que los posibles inversionistas cuestionen la facilidad de recibir buenos resultados al invertir en México.
Esta falta de confianza no sólo significa que los grandes empresarios están menos dispuestos a invertir, sino que también significa que pequeños y medianos empresarios, así como los y las ciudadanas particulares, están menos dispuestos a invertir su patrimonio.
En México, de acuerdo con los Censos Económicos 2019 del INEGI, el 94% de los establecimientos son micro, lo cual significa que tienen de 0 a 10 empleados. Por lo tanto, si el dueño o dueña de alguno de estos establecimientos quisiera hacer crecer su negocio buscaría oportunidades de inversión que le ayuden a tener más innovación o mayor producción a través de maquinaria y equipo.