En el corto plazo se observa cómo la magnitud del impacto del COVID-19 es tal que la actividad económica se ha volcado en grandes sectores económicos como el turismo, el entretenimiento y el comercio, con picos elevados de desempleo, así como mayores afectaciones sobre grupos vulnerables. Por si fuera poco, por primera vez la creación de empleos se redujo en comparación a años anteriores, mientras que la destrucción de estos se aceleró.
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Tales circunstancias son solo algunos indicios de la necesidad de transitar hacia formas alternativas de concebir el trabajo. La economía del siglo XXI requiere una visión de interdependencia, sustentabilidad y de inclusión social para generar empleos dignos y duraderos.
Dentro de estos valores, la transición hacia una economía circular y formal es un elemento clave para la recuperación justa y resiliente ante la COVID-19. Los llamados empleos verdes, como aquellos orientados a energías limpias, proveen una mayor robusticidad a largo plazo pues se tratan de trabajos con un alto retorno social y ambiental.
Por otro lado, los golpes diferenciados de la pandemia muestran que los impactos negativos son más severos donde no existen redes de seguridad social o se dan condiciones de informalidad. En el caso de América Latina, uno de cada dos empleados eran informales incluso antes de la contingencia sanitaria.
De ahí la necesidad de avanzar la agenda pública hacia la creación de empleos formales con seguridad social, pues aquellos que carecen de estos beneficios son los más vulnerables, por lo que son incapaces de amortiguar choques exógenos como los vividos en el periodo actual.
Además de estos aprendizajes, el impacto de la pandemia refuerza la idea de que no solo los empleados, sino también las organizaciones, deben adquirir capacidades para afrontar la incertidumbre creciente en el mercado laboral. Solo el 53% de los Directores de Recursos Humanos encuestados por el World Economic Forum en el 2016 contaba con una confianza aceptable o alta en torno a la idoneidad de sus estrategias para afrontar el futuro laboral.
El COVID-19 por un lado, y la Industria 4.0, por el otro, hicieron que las organizaciones tomaran más en cuenta sus medidas para hacer frente a la complejidad en materia laboral. De acuerdo al Future of Jobs Report 2020 , la pandemia aceleró los planes de las empresas en torno a la digitalización de sus procesos de trabajo en un 84%, el trabajo remoto en un 83%, la automatización de tareas en un 50%, y la implementación de programas de reentrenamiento y capacitación (reskilling y upskilling) en un 35%.