La evolución está en nuestra naturaleza, la mejora, la transformación, la búsqueda continua de nuestra mejor versión. Darwin hablaba de que no es el más fuerte ni la más inteligente de las especies la que sobrevive, sino la que mejor se adapta. Y ya que este es lo único constante, debemos saber no solo convivir con él, sino hacerlo parte integral de nuestra misión empresarial.
En este sentido, la gestión del cambio busca facilitar y lograr la implementación exitosa de los procesos de conversión de las organizaciones que ayuden a los colaboradores a adaptarse al mismo, asimilarlo y apoyarlo. Una de las claves para gestionar esta situación tan compleja, radica en identificar los riesgos y oportunidades de manera temprana para, de esta manera, establecer iniciativas reales, concretas e innovadoras de la forma más ágil que se pueda.
Aunque muchas empresas comprenden la importancia de cambiar, el proceso de hacerlo no siempre es fácil. Antes de la pandemia, era poco frecuente que las organizaciones revisaran sus estrategias de renovación, a menos que se vieran obligadas por un acontecimiento fuera de norma o de su entorno.
Igualmente, la transformación cultural y organizacional siempre se ha topado con elementos retardantes como la desorganización del tiempo, donde se suele dedicar grandes lapsos a los análisis, reportes, casos de negocio, etc.; pero muy poco a implicar a las personas en estas ideas, por lo cual nunca bajan al nivel de ejecución.
Otro elemento básico que detiene el desarrollo de un negocio es la resistencia al cambio, esto sucede por la inseguridad e incertidumbre que naturalmente estos generan, pero también porque existen muchos líderes que les resulta complicado comunicar, empatizar y trabajar en equipo. Finalmente, la falta de método tiene un impacto muy alto y se manifiesta en equipos de trabajo inquietos, ansiosos y bajos de productividad, que irremediablemente trae también bajos resultados.
Por ello, siempre es importante hacerle saber a la organización, desde la alta gerencia hasta el personal de contacto con el producto o el cliente, las ventajas que podemos obtener de modificar el rumbo con miras hacia el futuro, entendiendo que el mundo avanza, los mercados se modifican, los consumidores evolucionan y las tecnologías progresan, y que aquellos que logran hacer del cambio una capacidad, podrán adaparse infinitamente a las turbulencias de ahora y del futuro.
Asimismo, debemos entender que las crisis nos obligan a ello, en esta coyuntura ha sido la pandemia del COVID-19, pero dificultades habrá siempre en el camino y todas impactan, de alguna u otra manera, en nuestros colaboradores, que son el principal activo de las organizaciones.