Con los avances en la tecnología y en la inteligencia artificial esa idea ha derivado en algunos países en el desarrollo de nuevos programas que obtienen y sistematizan la información para escribir una nota en fracciones de segundo sobre prácticamente cualquier tema.
Estos algoritmos no nos son extraños. Los empleamos inconscientemente en las redes sociales al asociar nuestro perfil con el de otras personas para crear lazos o grupos afines; permiten ordenar la información en el orden que más la interese a cada usuario (antigüedad, tema, autor, fecha, etcétera); cruzar datos para determinar, por ejemplo, número de seguidores, temas más leídos o comentados, intereses particulares de cada participante de la red, número de visitas a determinado portal electrónico, etcétera.
Muchas empresas comerciales los emplean en sus programas de CRM (Customer Relationship Management) para identificar hábitos de compra. ¡Pura inteligencia artificial!
¿Hasta dónde las agencias de relaciones públicas están aprovechando la inteligencia artificial? Desde hace algunos años las computadoras han tenido un importante papel en facilitar la generación de propuestas, el diseño de estrategias, redacción de documentos, así como para establecer comunicación y generar archivos.
Seguramente, gracias al confinamiento por la pandemia, algunas agencias ya hayan avanzado en cierto tipo de aplicaciones tecnológicas, pero quizás muchas todavía están subutilizando la tecnología. Me parece que aún no se ha entrado de lleno en el terreno del diseño de algoritmos que permitan desarrollar mejores estrategias de relaciones públicas.
Estoy seguro de que los expertos en tecnología podrían generar algoritmos que permitan cruzar cierta información útil e importante para desarrollar mejores estrategias de comunicación enfocadas a cada audiencia.
Imaginemos una estrategia para dar a conocer y posicionar entre audiencias específicas un novedoso servicio o producto financiero. Por lo regular se tiende a generalizar a los públicos a los que se dirige la estrategia: sector privado, organismos reguladores, medios de comunicación, público de “X” nivel socioeconómico, líderes de opinión, empleados y sus familias, etcétera. Pero cada segmento del público es distinto, piensa y actúa diferente y sus necesidades específicas de servicios financieros varían entre sí.
Dice la teoría de comunicación que cada audiencia requiere de un determinado canal de comunicación y de circunstancias específicas para que el mensaje llegue, sea decodificado de la manera esperada y genere una retroalimentación acorde a la estrategia.