Debido a la pandemia de COVID-19, diversos sectores a nivel internacional -no únicamente el laboral, también el comercio electrónico, educación remota, salud digital, entre otros- vieron un crecimiento exponencial (tendencia que aún va en aumento), teniendo como consecuencia algo similar con los ciberataques e incidentes de seguridad.
En este sentido, México no fue la excepción. Tan sólo en 2020 las instituciones del ISSSTE, Banxico y Condusef sufrieron afectaciones en sus respectivas páginas de internet; la Secretaría de la Función Pública sufrió un incidente de seguridad que expuso las declaraciones patrimoniales de miles de funcionarios públicos, y otros casos similares pasaron por la startup iVoy, la fintech Clip, por mencionar algunos.
Y lo más probable es que esta lista se queda corta en cuanto al número de empresas e instituciones públicas que en ese año recibieron ciberataques, sin mencionar los generados a particulares, ya sea por fallas, poca capacidad de los sistemas informáticos o por negligencia humana.
Tradicionalmente, el primer paso para establecer defensas contra ciberataques potenciales es integrar una solución que incluya las herramientas necesarias para este fin, un monitoreo preventivo, una adecuada gestión de actualización, pasos establecidos para abordar incidentes y, muy importante, educación para los usuarios. Pero ¿qué sucede si a esto se suma la Inteligencia Artificial?
Debido a que la Inteligencia Artificial analiza y aprende datos con una mayor eficiencia y precisión que cualquier equipo de trabajo, se ha convertido en un aliado en diversas áreas de cualquier organización y en la de tecnologías de la Información no debería de ser la excepción.
Sin la intención de menospreciar al factor humano y sin pretender hacer polémica respecto a que las máquinas, las herramientas basadas en sistemas informáticos o que la tecnología en general pretenda desplazar la presencia de las personas en cualquier proceso, las empresas e instituciones propensas a ataques cibernéticos deberían voltear a ver, las que no lo han hecho, la opción de aplicar esta tecnología en lo que a la prevención de ataques cibernéticos corresponde.
Deben considerar la capacidad de la Inteligencia Artificial como un factor que potencializa, facilita y mejora, no sólo las herramientas, sistemas y procesos, sino también la labor del capital humano.