Por otro lado, estamos observando el efecto “gasto desquite”, que se refiere a la liberación de la demanda reprimida, es decir que los consumidores están saliendo a comprar a los puntos de venta tradicionales desde que las medidas de confinamiento se relajaron, y es muy probable que este efecto continúe el siguiente año.
Como consumidora, agradezco a aquellas marcas que trasladaron la experiencia y esencia que ofrecen en tienda a su página web, ya que eso hace más llamativo el recorrido en línea y te invita a consumir más, lo anterior no le convino tanto a mi cartera, ya que tuve la falsa idea de que al no poder ir a mis tiendas favoritas limitaría mis ganas de comprar; sin embargo pasó todo lo contrario, al estar en casa sin poder salir y a un clic de mis productos consentidos, más de una vez caí en la tentación.
Sin lugar a duda, la industria realizó una excelente labor en este tiempo de incertidumbre, la velocidad con la que se adaptaron al nuevo entorno no solo trajo nuevas tiendas en línea sino también consumidores más exigentes, ya que hoy en día no solo les preocupa el precio, calidad y temporada del producto, sino que cada vez más buscan productos que sean amigables con el ambiente, respeten comunidades, creen economías circulares, entre otros aspectos.
A pesar de que la industria aún tiene un largo camino por recorrer, debemos reconocer que, no obstante la crisis sanitaria, el sector ha salido a flote, aunque todavía no pueden dar por ganada la batalla, ya que las nuevas restricciones podrían seguir retando su capacidad de adaptación y la efectividad de sus estrategias.
Nota del editor: Alejandra Vargas es analista bursátil en Grupo Financiero BX+, financiera y un poco contadora, practica patinaje sobre hielo, yoga y le gusta leer libros de varios temas. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
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