Hace aproximadamente nueve años, estando en reunión con mis socios evaluando la posibilidad de contratar a un equipo de programadores en la empresa donde laboro, para desarrollar nuestro propio software, uno de los asesores asistentes a la sesión me dijo algo que jamás olvidaré, parafraseando, me dijo algo así como: “Hay dos tipos de programadores, los que se sienten Dios y los que todavía no”. Su punto era que, eventualmente, todos los buenos programadores terminan teniendo ese complejo.
Desde que internet se abrió al dominio público en 1990, hemos vivido en una constante y evolutiva digitalización de la humanidad que iba creciendo en forma exponencial, pero predecible. Quién iba a decir que un Cisne Negro, conocido como pandemia del COVID-19 adelantaría más de cinco años la digitalización del planeta, lo que significa que si pensábamos que le tomaría un par de décadas más a la ciencia de datos e inteligencia artificial volverse un estándar, este fenómeno adelantó todos los planes.
No por nada en el mercado internacional de talento hay una crisis el aumento acelerado en la demanda de programadores, físicos, matemáticos y hasta actuarios, al grado que se ha creado una burbuja de especulación alrededor de los puestos relacionados con esas carreras, la cual eventualmente explotará. “Una raya más al tigre” para que crezca el ego de los profesionales técnicos.
En los últimos 10 años sistemáticamente los programadores han aumentado sus capacidades. Ha sido un círculo virtuoso, la demanda de digitalización y tecnificación ha traído una mayor inversión en tecnología, tanto en investigación científica, desarrollo de tecnologías e infraestructura, como entrenamiento y aumento de capacidades del talento, que ha traído un mayor avance tecnológico que aumenta la necesidad de tecnología y lo que termina incrementando la demanda.
En consecuencia, el poder de los segmentos de tecnología y los profesionales que trabajan en esas áreas ha aumentado. Esto se ve reflejado en las empresas más importantes del planeta, en las que se comenzó a dar un fenómeno en el que esas áreas funcionales técnicas, cada vez se acercaban más a los centros de poder de esas organizaciones, incluso ya hay varios de esos ‘geeks’ que lideran corporaciones que antes eran dirigidas por un vendedor o un financiero.