Nos encontramos en medio de una crisis medioambiental sin precedentes que ya se observa en eventos catastróficos como los incendios forestales que han consumido miles de hectáreas en diversas zonas del mundo. Además, los fenómenos meteorológicos son cada vez más complejos de predecir debido a lo erráticos que se han vuelto como resultado del calentamiento global.
Por si esto fuera poco, la increíble contaminación de los mares, así como del aire y del subsuelo, se traducen año con año, en muchísimas muertes humanas por enfermedades.
Los avances tecnológicos y la ciencia han conseguido que la calidad de vida de las personas mejore de manera significativa en las últimas generaciones. Son múltiples los ejemplos de innovación que han facilitado la forma de interacción entre individuos y comunidades.
Sin embargo, pareciera que, en el afán por promover el desarrollo y la industrialización, en general, no se tuvo mayor consideración respecto de la inevitable huella ecológica que la actividad humana deja a su paso. La falta de conciencia nos ha llevado al punto crítico en que nos hallamos ahora y ciertamente el panorama pinta mal de cara al futuro, aunque todavía queda una luz de esperanza.
Desde luego, las consecuencias del cambio climático se verán reflejadas en la economía, con pérdidas enormes de capital. A su vez, fenómenos sociales como la migración se potenciarán. Nos encontramos en la antesala de una catástrofe sin precedentes en el mundo moderno. Subestimar esta realidad nos ha traído hasta este punto. El egoísmo y la apatía se han convertido en nuestra peor amenaza.
Ahora conocemos la magnitud del daño medioambiental que se produjo en las últimas décadas al explotar desmedidamente los recursos naturales y usar a discreción cantidades gigantes de agentes contaminantes. Hoy, el término sostenibilidad se posiciona como un concepto clave para comenzar a revertir esta difícil situación de pronóstico perturbador.
Cada vez son más las organizaciones y los líderes de opinión que alzan la voz para generar conciencia sobre los efectos de la irresponsabilidad humana en materia ecológica.
Con frecuencia se cae en el error de demeritar la acción individual. Así, suponemos que un cambio en los hábitos personales no marcará diferencia alguna ante la monumental crisis medioambiental. Entonces, la indiferencia se hace presente y la problemática sigue su marcha de modo implacable.
Sin embargo, considero que las pequeñas acciones son relevantes en la medida en que se multiplican. La llama de fuego de una sola vela es capaz de encender cientos más.
En el rubro de los negocios, cada vez son más las empresas que deciden tomar cartas en el asunto por medio del diseño de estrategias con perspectiva de sostenibilidad. Sin embargo, necesitamos de más empresas socialmente responsables que contribuyan a transformar la manera de llevar a cabo actividades propias de la industria y el comercio.
Claramente, la sostenibilidad es rentable a largo plazo, empero, es indispensable crear conciencia en este sentido. Si no somos parte de la solución, entonces seremos parte del problema.