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Los derechos de propiedad intelectual como incentivos a la innovación

Los acervos de patentes en el IMPI representan el conocimiento tecnológico acumulado que puede ser utilizado como insumo para generar otras invenciones, apunta Juan Alberto González Piñón.
jue 06 enero 2022 11:59 PM
propiedad intelectual - t-mec - tmec - acuerdo comercial
La difusión del conocimiento tecnológico contenido en patentes debe ser promovido para traspasar la frontera tecnológica de las empresas mexicanas y orientar las líneas de investigación en las universidades, considera Juan Alberto González Piñón.

(Expansión) - A propósito de la publicación del “Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación (PECiTI)” el pasado 28 de diciembre, por parte del CONACYT, es conveniente considerar que a pesar de la escasa infraestructura formal del gobierno para apoyar la ciencia y tecnología, el país cuenta con instituciones científicas y con universidades bien equipadas, que en conjunto pudieran promover un alto nivel de actividad científica centrada en la experimentación y la aplicación, con el fin de relacionar estrechamente el conocimiento aplicado con el sistema productivo.

Lo anterior presupone que en México exista un sistema de derechos de propiedad intelectual, capaz de garantizar no solo la obtención de beneficios económicos derivados de la comercialización de los activos intangibles, sino que también impulse la difusión del conocimiento como potencial insumo en la generación de soluciones tecnológicas para los sectores productivos.

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La comercialización de la creatividad está jugando un papel decisivo en el mundo de los negocios y, por añadidura, en el crecimiento económico y desarrollo social. Sin embargo, las capacidades tecnológicas aún no se apropian de manera homogénea en la economía global.

Es fundamental que en México las políticas de ciencia, tecnología e innovación se basen en un ejercicio de comprensión, el cual permita entender que la asimilación del desarrollo tecnológico en cada economía es sensiblemente diferente, pues depende de sus fortalezas (capital humano, infraestructura tecnológica, capacidad de aprendizaje, etc.), con ello, programas como el PECiTI podrían crear las condiciones para que el país pase de la etapa de asimilador de conocimiento a la de generador.

Existen claros ejemplos de ello. Corea y Taiwán habían sido esencialmente países receptores de productos y procesos desarrollados por otros, sin embargo, durante las décadas de los 60 y 70 lograron construir sus capacidades tecnológicas y productivas para generar flujos significativos de conocimiento aplicado (patentes), con lo cual han logrado pasar de un estado a otro; y más recientemente, Singapur, China y la India han logrado el mismo objetivo.

En su momento estas naciones recurrieron acertadamente a un esquema restrictivo en la materia patentable, con lo cual crearon una apertura estratégica a la imitación y adopción de tecnologías de productos por parte de las empresas nacionales. Así se instauró un ecosistema importante para el aprendizaje imitativo, fundamentalmente en los sectores de TI, automotriz, farmacéutico y en productos químicos.

Para México, aperturar la vía imitativa a las empresas nacionales también podría impactar positivamente las políticas públicas en relación con la salud y el bienestar de la población.

Favorecer la capacidad de la industria nacional, para traducir nuevas ideas en procesos y productos de valor para el país, requiere del buen funcionamiento del sistema de patentes.

La permisividad adecuada para usar el desarrollo técnico plasmado en las patentes de libre uso es una de las vías formales y legales de apropiar el conocimiento, a través del aprendizaje tecnológico.

Los documentos de patentes contienen descripciones de conceptos científicos y técnicos, así como detalles de procesos que representan un estímulo para nuevas invenciones, haciendo de su información una de las fuentes más completas, accesibles, manejables, prácticas y actualizadas a disposición de los sectores académico, científico y tecnológico de un país.

Los acervos de patentes en el IMPI representan el conocimiento tecnológico acumulado que puede ser utilizado como insumo para generar otras invenciones. Por ello la producción y comercialización de tecnología en las universidades y las instituciones de I+D es significativa, dado que contribuyen a la formación de los nuevos mercados característicos de las economías globalizadas.

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Así, la investigación universitaria no solo debe realizarse sin pensar en los fines prácticos y limitarse a desembocar en nuevo conocimiento general, sino que también debe buscar la mejor manera de aportar los medios para dar respuesta a la gran cantidad de importantes problemas prácticos de la sociedad.

Lo anterior sugiere que la difusión del conocimiento tecnológico contenido en patentes debe ser promovido para traspasar no solo la frontera tecnológica de las empresas mexicanas, sino también orientar las líneas de investigación en las universidades, con miras hacia la trasferencia de tecnología, lo cual puede dar lugar a la producción de bienes y servicios intensivos en activos intangibles como una condición fundamental para la construcción de capacidades tecnológicas en el país.

El IMPI debe acrecentar sus políticas de difusión de la información tecnológica contenida en los documentos de invenciones donde incluyan programas de aprendizaje técnico para cada sector productivo. Es una condición necesaria para el éxito de una política de innovación con la capacidad de trascender en los diferentes segmentos productivos nacionales.

La innovación raramente tiene lugar de manera aislada. Por naturaleza, es más bien profundamente acumulativa, es, además, colectiva, con largo plazo en su desarrollo; lo que hoy puede parecer una tecnología disruptiva, en realidad es el resultado de décadas de trabajo constante y consistente realizado por distintos investigadores y apoyados por diversos sistemas universitarios.

Solo de esta manera, los programas públicos como el actual PECiTI, podrán vincular exitosamente al sistema productivo con la actividad científica del sistema universitario nacional y con los Centros Públicos de Investigación.

Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es director de Spark UP y académico de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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