No es de extrañar, por tanto, que México lidere algunas de las decisiones clave para el ecosistema del comercio electrónico en América Latina. No obstante, consolidarse como un referente en el comercio digital mundial requiere de comprender las razones de fondo que nos han llevado hasta este punto, así como de delimitar los siguientes pasos para asumir de lleno esta posición.
Una nueva capital
A diferencia de las ciudades capitales, que son elegidas por características geoestratégicas y políticas, hablar de México como capital del comercio electrónico conlleva implicaciones de índole tecnológico, económico y de innovación, determinadas en ciertas particularidades de su mercado, tales como el tamaño o ritmo de crecimiento.
En este caso, nuestro país es el segundo mayor mercado del comercio digital en América Latina, con un ritmo de crecimiento esperado del 27% anual, que se mantendría hasta 2024 (Comercio electrónico mexicano en 2021: navegando por un mar de oportunidades, realizado entre Openpay y Americas Market Intelligence).
Esto es el resultado de la evolución que las Fintech y las procesadoras de pago han logrado en el mercado, rompiendo con las barreras socioeconómicas que impedían a las personas sin una cuenta bancaria el sumarse al comercio digital. Este no es un dato menor, tomando en cuenta que nuestro país figura dentro del top 5 de las naciones menos bancarizadas en el mundo.
A priori, el nivel de bancarización sería un causal determinante para frenar el avance del e-commerce, no obstante, es aquí donde es importante destacar que no solo se trata del tamaño del mercado, sino de su capacidad por innovar y atender las problemáticas en que se desarrolla.
México ha presentado características únicas para el progreso del comercio electrónico, las cuales, al comprenderse y sortearse con éxito, pueden exportarse a otros mercados, tropicalizando las soluciones a las particularidades de cada región.
Por mencionar un ejemplo, el hecho de que las empresas en México lograran incorporar al efectivo dentro de los métodos de pago para el comercio digital, ha conseguido incentivar la confianza de los consumidores, que recelan de las transacciones digitales y las líneas de crédito debido a la volatilidad que ha sufrido el tipo de cambio.
Esta misma solución se ha trasladado a mercados como Argentina, cuyos traspiés económicos han orillado a que su población opte por los pagos en efectivo o puntos de lealtad por sobre los ofrecidos por instituciones financieras. De esta manera, nuestro país ha cumplido con los requerimientos económicos, tecnológicos y de innovación que antes mencionamos.
Ahora bien, consolidar el comercio electrónico implica una mayor digitalización de la economía y sus procesos productivos, lo que representa un gran reto para las empresas radicadas en México.
Figurar como la nueva capital del comercio electrónico no requiere que “se compita” con Brasil, o que se facturen las mayores ganancias, más bien, implica un impulso al continuo estudio del mercado nacional para promover un desarrollo constante y sostenible de soluciones que, a su vez, se traducirán en mejores tasas de conversión para las empresas y una mayor inclusión y satisfacción de los consumidores.
Innovación y progreso
La investigación y el desarrollo son pilares fundamentales para el crecimiento y dinamismo de la economía. Sin embargo, el punto de inflexión en este momento se encuentra en la inversión, la cual nuestro país ha dejado de lado.