Se requieren esfuerzos considerables para que exista una cultura de educación financiera y que se atiendan segmentos del mercado con base en sus necesidades específicas. El reto está en robustecer las oportunidades de las personas, al mismo tiempo que se cultive un interés por mejorar y cuidar las finanzas de una población.
La tecnología ha sido clave en este proceso, pues ha permitido el desarrollo de empresas (neobancos, proptech, insurtech, por mencionar algunas) que han logrado crear productos financieros accesibles y que están impulsado la inclusión financiera.
En la medida que poblaciones vulnerables e históricamente excluidas por la banca tradicional acceden a más y mejores posibilidades de administrar sus finanzas se podrán revertir indicadores como la pobreza o el bajo acceso a servicios de primera necesidad. No atender la inclusión financiera en un país como México es preocupante y podría llegar a ser desastroso.
Finanzas más sanas
En la más reciente encuesta Global Investor Pulse, de BlackRock, quedó registrado que en México el dinero es el principal causante de estrés en la población. Ingresos insuficientes, falta de planeación y seguimiento de presupuestos, mala administración en lo cotidiano son sólo algunos de los efectos negativos de no atender la inclusión financiera.
En este sentido, es vital pensar en la expansión de programas y sistemas de educación financiera que acompañen a la población en sus procesos de toma de decisiones desde etapas tempranas como la niñez y la adolescencia.
De forma paralela, la educación financiera para futuros emprendedores es clave, pues de ella dependerá el desarrollo de su futura compañía y de quienes dependan económicamente de ella como socios, proveedores y colaboradores. Se trata de crear círculos virtuosos que a largo plazo impacten en el macro.
Competitividad
La inmensa mayoría de las empresas mexicanas son micro, pequeñas y medianas. Cerca de 70% de los empleos del país dependen de ellas y sus principales obstáculos de operación están relacionados con problemas financieros como dificultades para obtener financiamiento en momentos clave de crecimiento o su flujo de liquidez.
Es importante recordar que si bien son una importante fuente de empleo, muchas de estas empresas surgen de la necesidad de autoempleo por parte de sus fundadores y son su única fuente de ingresos.
No atender las necesidades financieras de estas empresas, y de sus fundadores, los lleva a buscar préstamos no institucionalizados con tasas de interés prohibitivas, en la medida que no cuentan con acceso al sistema financiero o carecen de herramientas básicas de educación financiera.
Una democratización de los productos y servicios del sector potenciaría a la que es la espina dorsal económica del país, repercutiendo en mayor competitividad y más y mejores empleos para la población.