Sin embargo, ya está más que comprobado: la narrativa política desaparece con velocidad cuando choca con la cruda realidad. También, la semana pasada, el Banco de México dio a conocer sus proyecciones para lo que resta de este año, el próximo, y con éstas hay razones para documentar el pesimismo. Lo peor no ha terminado.
En términos generales, el Banco Central advierte que la escalada de precios podría agudizarse con una inflación galopante y, aunque no estima una tormenta recesiva proveniente de Estados Unidos, sí considera un golpe fuerte en la economía mexicana. Así, redujo drásticamente su estimación de crecimiento del PIB para 2023 a 1.6% desde el 2.4% previo.
“La revisión para 2023 refleja el escenario más adverso que se espera que la economía mexicana enfrente para su crecimiento”, dijo Banxico.
Ante estas estimaciones, el último tramo del actual gobierno cuenta con complicadas condiciones económicas y varios frentes que podrían sembrar (o incendiar) el camino para la siguiente administración, dependiendo del calibre de las estrategias a seguir.
Hoy, nuestra economía es acompañada por varias bolas de fuego.
Viene por parte del Banco de México una política monetaria más restrictiva. Frente a eso nada puede hacer el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. La pregunta es qué tan restrictiva será la política monetaria considerando que viene una larga temporada de altas tasas.
Una política monetaria restrictiva implicará menos crecimiento y eso coloca al gobierno en una posición delicada, pues podría pasar a la historia como uno de los sexenios con las tasas de crecimiento más bajas.
Luego, ante una baja en el crecimiento económico, menor inversión, menor consumo, menos impuestos; más crisis en las finanzas públicas, más desempleo, más informalidad.
La autollamada cuarta transformación, en estos cuatro años, ha presumido su cautela en el manejo de la deuda. Sin embargo, ahora corre el riesgo de perder esa ‘medalla’. Hasta el momento, el gobierno mexicano ha sido bastante cauto en términos de no ‘sobreapalancar’ la economía, pero es posible que su manejo tome otro rumbo dado que tiene espacio para ello y así permitir que las finanzas públicas respiren.