Aunque estas compañías han apostado por estas poblaciones, con frecuencia desaparece del horizonte de todas las instituciones financieras una población fundamental para el país en su conjunto: las personas de la tercera edad.
Grandes aciertos
Uno de los grandes aciertos de las fintech es que en su búsqueda por mejorar la oferta en el mercado (sobre todo en términos de poblaciones sin acceso a productos financieros) han apostado mayormente por un segmento joven de la demanda.
La gran facilidad con la que la población joven incorpora las nuevas tecnologías ha sido parte del éxito de las fintech. No obstante, estas compañías se esfuerzan por tener plataformas altamente intuitivas, ágiles y sencillas; ese su gran diferenciador con respecto a la banca tradicional.
En esa apuesta mayoritariamente joven, la realidad es que quedan soslayadas las personas de la tercera edad. Esto no quiere decir que no existan productos para estas personas, sino que llegar a ellos puede implicar un reto mayor en la medida en la que no están familiarizados con la tecnología y su uso.
Si el gran acierto de las fintech es ser sencillas e intuitivas, éste puede ser un gran punto de partida para llegar a las personas de la tercera edad con productos financieros accesibles, que abonen a su independencia financiera y que los apoyen en sus proyectos de vida.
¡Alguien quiere pensar en las personas de la tercera edad!
Sin embargo, llegar a esta población no es tan fácil como parece. Algunas empresas ya han tenido avances, pero aún queda mucho camino por recorrer y un primer paso es, sin duda, la educación financiera con enfoque poblacional.
La educación financiera pensada para los adultos mayores es diferente a la que se brinda a jóvenes, basta con decir que a un joven está más familiarizado con algunos conceptos y acciones como descargar un app; pero en un adulto mayor el background es distinto, pues además de incluir conceptos básicos de finanzas personales, llegar a ellos requiere de inclusión y educación digital.
La independencia es un desafío para los adultos mayores. Hay que considerar que muchos de ellos viven con familiares que pueden asistirlos (incluso económicamente), pero poco más de 40% viven solos y son económicamente activos, es decir, trabajan para contar con una fuente de ingresos.
Además de la remuneración por su trabajo, los adultos mayores perciben pensiones o jubilaciones y apoyos de programas sociales, que tienen que optimizar para cubrir sus gastos mes con mes. De este modo, impulsar las herramientas que brinden una mejor calidad de vida para esta población bien vale la pena.