La historia de este martes se escribirá más o menos así:
Estados Unidos celebrará elecciones para renovar la totalidad de la Cámara de Representantes (435 escaños) y más de un tercio del Senado (35), además de 36 de las 50 gubernaturas. Los momios perfilan el ascenso republicano, lo que complicaría los márgenes de gobierno de Joe Biden ante un Congreso opositor y alborotaría desde ya los aires de sucesión rumbo a 2024.
Las papas calientes que gravitarán en los electores serán, entre otras, la inflación, la inseguridad, la migración, el aborto. Pero estas elecciones tendrán otro ingrediente: la ‘mano negra’ de Donald Trump.
Para esta elección, sostiene una nota especial del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Donald Trump y más de 20 empresarios de alto nivel han respaldado y financiado a decenas de candidatos republicanos, promoviendo la afirmación de que existió un fraude electoral en las elecciones presidenciales de 2020. Se sospecha que 345 candidatos perpetúan esta idea, lo que significa que habrá una narrativa que reniegue de la legitimidad de las elecciones.
Todo apunta a que el Partido Republicano con sus ribetes trumpistas tomará fuerza y eso es una amarga noticia para México, pues daría paso a una agenda legislativa proteccionista que podría torpedear la relación bilateral. Bajo estas inercias, llegó el momento de endurecer las encías dado que viene una cruda temporada en la relación entre Estados Unidos y México, con mucha diatriba.
La coyuntura ya está encendida. Al margen del apretón que viene desde el Congreso de Estados Unidos, ya se respira un nuevo tono en el discurso hacia México desde el gobierno de Joe Biden. Luego de la primera reunión virtual entre la secretaria de Economía de México, Raquel Buenrostro, con Katherine Tai, representante comercial de Estados Unidos, afloró la sensación de que la buena vecindad en tiempos del T-MEC registrará ciertas señales de descomposición.
Según los reportes de prensa, la conversación fue respetuosa pero cada parte dejó muy clara su postura. Con ello, mientras Estados Unidos pidió acelerar el proceso para resolver el diferendo eléctrico en el marco del T-MEC, su contraparte advirtió que su prioridad es defender su soberanía.
Entonces, lo que viene es un relativo endurecimiento por temas ligados al T-MEC. Junto con la controversia por el sistema eléctrico, vendrán más manotazos de Joe Biden, que también darán paso a una respuesta desde el gobierno mexicano. En algún momento, Biden fue respetuoso en cuanto a la relación con México, pero ya en este momento no lo está siendo. La suavidad ya se paró y ahora estamos frente a posturas mucho más duras.
Sin embargo, los llamados que podrían atizar la confrontación solo serán cosa de la política y alimentarán las ocho columnas de los diarios. Es decir, los gritos no pondrán en duda el T-MEC. Las economías de ambos países están atornilladas una con la otra. Sus cadenas productivas están totalmente integradas. Estados Unidos, hoy, está más preocupado por su inflación, la guerra en Ucrania, su pleito con China, de tal forma que México no es necesariamente un foco rojo.
De marzo a julio de 2022, el primer socio comercial de Estados Unidos fue Canadá, con México en la segunda posición. Pero al cierre de septiembre, México desplazó a Canadá. El comercio total de productos de Estados Unidos con México sumó 67,400 mdd, seguido por Canadá con 66,500 mdd.
Por lo tanto, Estados Unidos, con todo y el ascenso republicano, enseñará los dientes en ciertos asuntos pero en lo que toca a la masa operativa de comercio exterior no irá más allá pues no atentará contra sus cadenas de suministro. Así, en este momento, preocupa el tema eléctrico considerando que esto podría frenar el desarrollo industrial; ya se escuchan reclamos en el sector agrícola, pero también se tiene presente que las inversiones trascienden a los gobiernos.