Este escenario dejó atónitos a la gran mayoría de los especialistas. Cabe decir que en menos de 72 horas el imperio FTX —valorado en 32,000 millones de dólares (mdd)— desapareció dejando un agujero de 8,000 millones y más de un millón de damnificados, entre los que se encuentran fondos de inversión, otros exchanges, plataformas de lending (préstamos que conceden unos usuarios a otros) y cientos de miles de inversores individuales que no lograron retirar sus tenencias a tiempo.
Pero la historia no termina. Según se dio a conocer el lunes 21 de noviembre, la firma debe más de 3,000 mdd a sus principales 50 acreedores, una situación que hace que Sam Bankman-Fried, fundador y principal estratega de FTX, se desvanezca día con día en medio de la crisis más grande que ha tenido su empresa.
Si bien la investigación sobre la quiebra recién ha comenzado, todo indica que hubo desfalco. Y es que hasta ahora todo apunta a que FTX es una gran estafa multimillonaria, con supuestos hackeados y desvíos de fondos. Frente a este panorama, muchos expertos sostienen que lo más probable es que los usuarios de la plataforma afectados nunca recuperen su dinero, dado que —a diferencia de lo que ocurre en la banca tradicional— los depósitos no estaban garantizados y no está claro cuánto dinero podría quedar para resarcirlos cuando se liquide la empresa.
Ahora bien, ¿cómo se traduce esta situación en el mundo de los crypto activos? En pocas palabras, debilita la confianza de los consumidores y la fe en el manejo correcto y ético de las finanzas de los activos digitales.
Se puede señalar que la confianza es el indicador más fuerte de toda demanda. En este momento el golpe ha sido fuerte, por lo que hoy en día la gran mayoría de las criptomonedas están sufriendo una falta de confianza. Sin embargo, todavía se percibe una comunidad sólida de entusiastas, inversionistas y evangelistas de las tecnologías blockchain que, a pesar de los bajones sufridos durante este año, siguen firmes en su postura: la evolución del sistema financiero mundial.