La tasa de inflación mexicana cerró el año en 7.8%, la más alta en dos décadas. Los precios de los alimentos de la canasta básica fueron los que más influyeron en este histórico récord. Para la primera quincena de febrero, la inflación cede ligeramente ubicándose en 7.76%. Esto, que en principio parecieran ser buenas noticias para el consumidor, podría ser engañoso. El componente subyacente de la inflación (aquel que es el más estable y debería de ser el más controlado por su menor volatilidad) sigue estando por arriba de los ocho puntos porcentuales y parece no ceder. El precio de las mercancías aumentó 10.8% en su comparativa anual, mientras que los servicios se encarecieron en 5.6%. Para la última quincena, productos como el huevo, el gas y el pollo tuvieron las variaciones más altas.
No obstante, la inflación, en la opinión del consumidor hay esperanza. El índice de confianza del consumidor cerró con tendencia al alza. El mayor crecimiento se presenta en la situación económica del país hoy, comparada con la de hace 12 meses.
Hablando del consumo masivo, se observa claramente que como resultado de la mayor movilidad y de los incrementos en precio, los hogares moderan el consumo en casa; y aunque este crece, la situación y perspectiva futura nos indica que el sector se mantendrá con tendencias mixtas entre categorías y familias de productos, pero con un crecimiento positivo y moderado en los volúmenes de compra totales. Lo anterior se basa en el hecho de que, hoy en día, poco más del 50% de las categorías que conforman la canasta de consumo masivo se contraen en volumen.
Las contracciones, si bien no son lineales a los incrementos en precio de cada categoría, sí baja el volumen en aquellas con aumentos por encima de la inflación. Bajo este entorno, es de destacarse que el consumidor defiende los hábitos adquiridos, evitando el abandono de categorías. Para evitar lo anterior y encontrar la mejor ecuación de valor, el consumidor migra entre canales, poniendo a prueba la lealtad hacia los mismos. El canal tradicional recupera importancia, y destaca también el crecimiento continuo de farmacias.
Como estrategia de defensa, el consumidor comienza a reducir las unidades compradas, aunque esto implique aumentar la frecuencia de compra. Un ejemplo de lo anterior es la recuperación de la frecuencia de compra en canasta como la de bebidas y belleza.
Esto nos indica que el consumidor se ve en la necesidad de ajustar y redistribuir el gasto en los productos que más incrementan sus precios. ¿Cómo lo hace?