Parece inevitable que la nueva forma de hacer política será incorporando a las estrategias de campaña y de comunicación, herramientas de IA y otros apoyos tecnológicos. Durante este año en varios países ya se han desarrollado contenidos con IA para ser utilizados por candidatos y partidos políticos, lo mismo en campañas que en apariciones públicas. Dicen los especialistas que en Estados Unidos, ante la proximidad de las elecciones presidenciales, los partidos políticos ya están empleando la IA para simplificar labores e identificar mejor y más rápido a donantes y votantes, y descubrir patrones de comportamiento que puedan ser explotados para impulsar donaciones y apoyos.
Es innegable que la IA puede analizar muchos más datos que las encuestas de opinión y que puede rastrear mejor el impulso detrás de un candidato basándose en un análisis de todo, desde las conversaciones en las redes sociales hasta comentarios editoriales, además de analizar las cuentas falsas de opinión para ponderar sus efectos y tomar mejores decisiones estratégicas, previo y durante la campaña política. Parece que los algoritmos y los modelos predictivos que estudian los hábitos de las personas son factor en los procesos electorales.
Gracias a la IA ya es posible incidir en la intención de voto, fomentar la participación electoral para vencer el abstencionismo y, al mismo tiempo, quitar votos (sin marrullerías o violencia) a otros partidos y candidatos. Asimismo, la IA podrá ahorrar costos a mediano y largo plazos a las organizaciones políticas durante las campañas y facilitará la detección de modelos de comportamiento que impliquen manipulación o corrupción a través de la desinformación y la generación de noticias falsas en el mundo digital.
Es de suponer que, al igual que en muchos países del mundo, en México las organizaciones políticas tienen consciencia de la importancia y necesidad del uso de la IA en sus estrategias, ya que los datos a gran escala les permiten conocer mejor su mercado para acercarse a los electores de una manera más directa y eficaz.
En México estamos presenciando cambios en la forma de hacer política que han llevado inclusive a cometer violaciones a las leyes. Producto de esos cambios, por primera vez en la historia del país competirán por la Presidencia de la República dos mujeres cuya mayor coincidencia es que no son ni abogadas ni economistas. Una tiene licenciatura en Física, un doctorado en Ingeniería Ambiental y una maestría en Ingeniería de la Energía; la otra es ingeniera en Computación y empresaria en proyectos de alta tecnología e infraestructuras inteligentes.
Por su formación, es posible que ambas hagan uso de la IA en sus respectivas campañas: una está dedicada a la política desde el año 2000, y formó parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2007; la otra fue reconocida como empresaria del año en 1994 y 1995; en 1999 obtuvo el reconocimiento del World Economic Forum de Davos Suiza , como una de las “100 líderes globales del futuro del mundo”, y en 2000 fue nombrada como una de los 25 Latin American' s New Business Elite. Ingresó a la política en 2003 como Directora general de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas .