Publicidad
Publicidad

El ‘mentoring’ como regalo

Los programas de mentoring ofrecen que circule esa sabiduría que traen los años. Lo mismo ocurre en la vida familiar.
mar 23 enero 2024 06:03 AM
El 'mentoring' como regalo
Ser mentor es una responsabilidad. Acompañar a otro ser humano en su camino no es un juego para figurar. Es un privilegio en el que sólo hay que embarcarse si uno lo va a valorar como tal, apunta Nicolás José Isola.

Muchas compañías implementan programas de mentoring en los que líderes con más trayectoria y experiencia comparten sesiones con jóvenes y prometedores profesionales.

Esta es una experiencia vital en el sentido más literal. La vida es un proceso en el que ganamos conocimiento a través de las dificultades que atravesamos. En muchas oportunidades, no somos conscientes del lugar relevante que nuestras caídas y traspiés han tenido en nuestra carrera profesional. Como pilotos con miles de horas de vuelo, somos el resultado de lo que hicimos en medio de las dificultades.

Publicidad

Los programas de mentoring ofrecen que circule esa sabiduría que traen los años. Lo mismo ocurre en la vida familiar. Muchas abuelas son la clave interpretativa de la familia, por todo lo vivido ayudan a poner en perspectiva, a recordar el pasado y a ponerlo en consideración con el presente. Por eso el mentoring se trata de un proceso vital, de un regalo que alguien con más recorrido puede hacerle a quien aún está en sus inicios o en la mitad del camino.

Ese regalo tiene una dimensión luminosa porque permite al mentor o mentora la posibilidad de ponerse en tensión, de buscar qué tiene para ofrecer, de sincerarse con sus éxitos y sus sombras, de exponerse en vulnerabilidad. Eso facilita también que pueda colocar en orden la propia trama, valorando procesos que quizás tenía olvidados, así como revisitando a los propios mentores y mentoras que supo tener.

Agradecer es algo que no hacemos de corazón en el mundo de los negocios. En medio de la competitividad diaria, puede ser una actitud vital que se nos pasa de largo… pero es esencial. El mentoring es un lugar que nos abre a ese agradecimiento, que nos pone en conexión con lo que nos fue dado. Y agradecer, sabemos, es muy bueno para nuestro cerebro y nuestro cuerpo, libera neurotransmisores que nos hacen sentir algo muy cercano a la felicidad.

En el mentoring, el mentor comparte su experiencia. No está allí como sede de la sabiduría sino como aquel que tomó caminos que tuvieron sus bemoles. Son esos caminos complejos los que le permiten ponerse en relación e iluminar otros caminos.

Muchos ejecutivos y ejecutivas no conversan sobre su dificultosa experiencia con otras personas. Es decir que su propia trayectoria queda ocluida, no fluye hacia otros. Y el ciclo de la vida profesional pide ese proceso en el cual yo sienta que soy parte de algo más alimentando a los más nuevos a que ellos también puedan tejer su camino y sentirse acompañados.

Si se me permite, hay algo terapéutico en el mentoring. Algo que dinamiza la propia vida poniéndola a circular en pos del bienestar de otros.

Muchos ejecutivos y ejecutivas se sienten solos y aislados. El mentoring puede ser para ellos un lugar luminoso de encuentro en el cual sentirse parte de algo que los trasciende.

Claro está, para que todo esto suceda debe existir también mucha humildad y escucha activa por parte de ese mentor. Ese espacio debe convertirse en un ámbito donde el ‘mentee’ sienta esa seguridad psicológica en el cual expandir sus dudas y percepciones sobre su propio desarrollo profesional.

Publicidad

El mentor no es un lanzador de frases motivadoras de manual de autoayuda sino alguien que se expone personalmente en busca de ayudar a otro ser humano que lo precisa.

Pero hay un problema: muchas organizaciones ofrecen estos programas de mentoring como un pseudo branding interno, pero luego quedan en la nada. ¿Por qué? Porque ni la organización ni los mentores están verdaderamente comprometidos con la tarea, no se hacen el tiempo para las sesiones o para cerrar el proceso, dejando librado al azar.

En ocasiones, les interesa más la foto de “soy buen líder y colaboro como mentor” que la realidad transformacional del mentoreo.

Ser mentor es una responsabilidad. Acompañar a otro ser humano en su camino no es un juego para figurar. Es un privilegio en el que sólo hay que embarcarse si uno lo va a valorar como tal.

____

Nota del editor: Nicolás José Isola es filósofo, master en educación y PhD. Ha sido consultor de la Unesco, actualmente vive en Barcelona y es Coach Ejecutivo, Consultor en Desarrollo Humano y Especialista en Storytelling. Escríbele a nicolasjoseisola@gmail.com y síguelo en Twitter y/o LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

Publicidad

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad