Esto nos muestra cómo el sector educativo estará marcado por una integración profunda de tecnologías, que busca mejorar tanto la experiencia de aprendizaje como la gestión interna de las instituciones.
En estas tendencias tecnológicas está en primer lugar la IA, factor que seguirá revolucionando el aprendizaje, al ofrecer a los estudiantes información y actividades personalizadas. Aprovechar al máximo IA permitirá ajustar el contenido educativo según el rendimiento y las necesidades de cada alumno, aumentando su efectividad.
En el ámbito administrativo, la automatización de procesos está siendo clave para reducir tiempos, optimizarlos y tener mayor control; para ello se prevé que cada vez más instituciones adopten software especializado (Software as a Service, SAAS) para tareas como la gestión de cobranza y pagos a su personal y proveedores.
También en el radar podemos encontrar al nano learning, la gamificación y la realidad virtual o aumentada, capaces de impulsar el autoaprendizaje y el desarrollo de habilidades a partir de pequeñas cápsulas de información on demand, o de enseñar a partir de experiencias híbridas o inmersivas.
Para nadie es ajena la enseñanza a distancia en línea e híbrida que tuvo un boom ante la llegada de la pandemia por Covid-19, y su flexibilidad mantiene a este modelo vigente. Pero además, para el 2025, los sistemas de enseñanza integrarán herramientas de monitoreo y evaluación en tiempo real y las actividades a distancia impactarán en los planes educativos.
Por otro lado, la adopción de pagos digitales ha cobrado más fuerza y seguirá en aumento en este sector, ofreciendo a las familias diversas opciones convenientes y seguras. Se prevé que gran parte de las instituciones educativas privadas cuenten con plataformas que permitan pagos en línea.
Pero hablar de temas de transformación digital, innegablemente trae una vertiente de riesgo: la ciberseguridad. Por lo que el blockchain para proteger datos personales y autentificar el historial académico puede ser básico en el futuro inmediato. Las escuelas deberán invertir en protección ante ataques cibernéticos, para asegurar la privacidad de la información de estudiantes y padres de familia.