Frente a eso, la prospectiva se presenta como la opción para tener mejores resultados, en un entorno en el que se vive bajo un presente muy inflamado.
Karla Paniagua, coordinadora de Estudios de Futuros de Universidad CENTRO, explica que la prospectiva o los estudios de futuros es un campo del conocimiento formal dedicado a descifrar los procesos de cambio de largo aliento, sin dejar de decodificar los cambios a pequeña escala, con el afán de estar preparados frente a lo que pudiera pasar en los próximos años y, eventualmente, intentar ser precursores de los cambios que se consideran más deseables.
Entre los elementos e instrumentos formales que deben tomarse en cuenta para generar prospectiva se encuentran: mirar al pasado para tomar vuelo, ubicar los motores de cambio que pueden considerarse como sucesos con potencial de crecer y que le pueden dar forma al futuro, junto con las señales o hitos que también pueden incidir en el correr del tiempo.
Así, para avizorar el cambio, siempre se parte de la comprensión de un contexto. Los hitos o señales son hechos puntuales que ocurrieron en los últimos años en cierto contexto o que están ocurriendo ahora, que nos indican que algo está cambiando. De esta manera, es necesario tener presente cómo se está configurando el contexto y qué ha sucedido en los últimos años, no con el propósito de adivinar (en los ejercicios prospectivos siempre se evita hacer una extrapolación simple), pero sí entender cuáles han sido los procesos de cambio para que, con base en ellos, haya condiciones de formular algunas conjeturas.
Por su parte, las conjeturas responden a la capacidad que tenemos los seres humanos de hacer abducciones, generar hipótesis que nos permiten preguntarnos, con base en la información disponible, qué podría pasar en unos años; cuál si fuera un superpoder, se presentan cuando generamos conjeturas acerca del futuro y como una especie de narraciones basadas en hechos pasados y presentes.
“Entonces, miras hacia atrás para entender cómo ha funcionado el cambio en los últimos años. Si quieres hacer prospectiva 10 años hacia adelante, lo recomendable es que te vayas 10 años hacia atrás, porque el cambio no sucede súbitamente, sino que regularmente es resultado de grandes fuerzas”, complementa Karla Paniagua.
Junto con la prospectiva que habría que considerar para 2025, hay un par de factores que también es muy importante tener presente: la turbulencia y la incertidumbre, que siempre nos han acompañado. Por años, se nos ha dicho que vivimos tiempos VUCA; hay quienes, incluso, sostienen que estamos frente a la era TUNA o BANI. Lo cierto es que, desde hace décadas, vivimos en un mar agitado y, por lo tanto, solemos pensar en que no hay certeza sobre las decisiones porque todo es muy cambiante.
Bajo ese contexto, Karla Paniagua ofrece dos herramientas para lidiar con el presente, pero, sobre todo, para disponer del botiquín que nos permita mejorar el estado de nuestras propias circunstancias a mediano y largo plazos:
La primera de ellas es recurrir a ETPS, una herramienta básica desarrollada por Francis Aguilar, quien fuera un profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, especializado en la planificación estratégica y la gestión general; ETPS es el acrónimo de Economía, Tecnología, Política y Vida Social. Entonces, si quieres entender el contexto en el que estás parado, tienes que voltear a ver los hechos puntuales que están ocurriendo en materia de economía, tecnología, política y sociedad.
“Mi recomendación es no irnos con el hype, porque estamos en una caja de resonancia y es muy fácil comprarte los discursos. Pregúntate cuáles son los hechos puntuales alrededor del tema que pretendes analizar y qué es lo que está cambiando en concreto. En materia de economía, tecnología, política y vida social tienes que voltear a ver el contexto y no fijarte en lo que se dice, sino en los hechos”.
Otra herramienta, que puede trabajarse en combinación con ETPS se llama ‘Triángulo de Futuros’, que fue creada por el prospectivista paquistaní Sohail Inayatullah, y parte del supuesto de que el cambio es resultado de la interacción de tres fuerzas: el jalón del futuro, el empujón del presente y el peso de la historia; la interacción de esas tres cosas es lo que va produciendo un futuro plausible, lo que en términos de sentido común y leyes de la física podría pasar con base en estas tres fuerzas.
Por ejemplo, si se tiene la inquietud de preguntarse sobre lo que puede pasar en algunos rubros del gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum, algunas líneas de la prospectiva correrían así:
Primero, habría que examinar el peso de la historia, qué creencias, prácticas y valores, pero sobre todo qué conductas o hábitos venimos arrastrando de tiempo atrás.
Después, ubicar las fuerzas del presente, lo que implicaría saber qué está pasando en concreto en el país en materia de economía, tecnología, política y sociedad, no en función de deseos sino de hechos; nuestras relaciones geopolíticas, el cambio de gobierno en Estados Unidos, el comercio exterior, la violencia del narco, el estado de la educación, lo que somos en materia energética, en innovación, toda esa carga que para bien o para mal es parte de nuestro presente.