Santa Claus no solo reparte regalos a los niños buenos, a veces también sorprende a economías mal portadas. Para muestra, basta un botón: 2025 pinta para ser el mejor año para activos bursátiles mexicanos, siendo el peso mexicano el más notable por su desempeño histórico con una apreciación récord contra el dólar superior al 15%.
México en 2025. De mi pobre angelito a todo un Scrooge
El mismo peso que a finales de 2024, en medio del pesimismo, parecía condenado pues rondaba los 20.80 pesos por dólar (ppd) hoy se acomoda tímidamente alrededor de los 18 pesos por dólar. Difícil imaginar un mejor regalo navideño para quienes desean comprar bienes importados o simplemente viajar fuera de México en estas fechas.
Hace apenas un año, México era visto por muchos como el pobre “angelito” de los mercados, abandonado a su suerte con una economía con amenazas severas por parte de su mayor socio comercial sobre la mayoría de sus exportaciones, incertidumbre política ante la concentración de poder, pesimismo generalizado y poco entendimiento entre el sector público y privado.
Sin embargo, en un giro digno de un cuento navideño, el desenlace de 2025 ha sido muy distinto. Como Ebenezer Scrooge al final de la historia, México terminará cerrando el año otorgando regalos financieros que pocos o nadie anticipó.
La pregunta incómoda es inevitable, ¿por qué Santa premiaría a una economía que apenas evitó la recesión y que aún no presenta un plan claro para recomponer su desempeño a corto, mediano o largo plazo?
Con tanta incertidumbre hacia adelante, parecería poco razonable asumir que este desempeño extraordinario del peso sea sostenible. Y, sin embargo, vale la pena plantear otra lectura: ¿si este no es un regalo para México, sino un carbón para Estados Unidos?
En un entorno donde los inversionistas globales observan con lupa la falta de ortodoxia de un plan fiscal sostenible, así como la creciente injerencia del Ejecutivo para influir en la Reserva Federal, la narrativa cambia. No se trata de Santa celebrando el buen comportamiento, sino de premiar a quien se porta menos mal.
Al final, ¿qué pesa más para los inversionistas? el desempeño gris de una economía que representa apenas 6% de la estadounidense, o el riesgo de aumentar la probabilidad de una recesión en la principal economía del mundo, al tiempo que se pone en duda la independencia de su banco central.
Más allá del peso, ¿qué otros regalos aparecieron bajo el árbol de Navidad?Ahí están los rendimientos regalados de acciones mexicanas y Fibras que rondan alrededor del 30 al 40%, una combinación difícil de ignorar. Esto se explica por un daño limitado a las exportaciones que no utilizan el tratado de libre comercio, el buen manejo de las negociaciones comerciales y la esperanza que no muere de que, por simple conveniencia, las presiones desde Estados Unidos disminuyan en algún momento. Con ello, no sería descabellado ver un regreso de la retórica del nearshoring.
Por último, quizá el regalo menos vistoso, pero sin duda uno de los más atractivos a futuro: la deuda gubernamental de largo plazo que podría tener rendimientos cercanos al 20%, pues este activo ha comenzado a capitalizar los menores intereses por pagar hacia adelante, derivados del ciclo de recortes de Banxico, que atraviesa su segundo año más agresivo de reducción de tasas en la historia, solo detrás de 2009, durante la Gran Crisis Financiera, y empatado con el año de la pandemia.
Incluso si las tasas de deuda de largo plazo simplemente se estabilizan, siguen representando una alternativa muy atractiva para inversionistas con compromisos u objetivos de largo plazo como el retiro, la educación universitaria de los hijos o patrimonios enfocados en flujos de interés.
Así, México pasó en 2025 de ser el pobre angelito de los mercados globales que parecía destinado a sufrir descalabros, a un Scrooge financiero que, sin haber cambiado radicalmente su conducta, terminó celebrando una Navidad con abundancia inesperada. Vale la pena entonces dejarle galletas a Santa este año, porque no todos los días deja bajo el árbol algunos de los mejores rendimientos en activos mexicanos de la historia.
Para 2026, quizá el baile tenga un ritmo más lento, pero, como bien dice el dicho “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Donde unos ven un horizonte pesimista, otros encuentran oportunidades. Así, con la incertidumbre asegurada para 2026 derivada de la negociación del T-MEC, la definición del Plan México y los muchos frentes abiertos de negociaciones con Estados Unidos, más allá de pánico, los inversionistas deben esperar por oportunidades ideales de inversión, pues en tierra de ciegos basta con ser tuerto para ser rey.
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Nota del editor: Ramsé Gutiérrez es Vicepresidente Senior y Co-Director de Inversiones y Vicepresidente del Consejo de Franklin Templeton México. Con una trayectoria que abarca desde 2001 en la industria de gestión de portafolios, ha forjado un expertise en el análisis de activos, gestión de portafolios y supervisión de estrategias de inversión en diversas clases de activos. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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