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Comprobado: el karate y el ballet de tus hijos también te alteran

Ser un buen padre no es cuestión de criar niños equilibrados y emocionalmente bien adaptados, también consiste en ser padres con estas habilidades.
lun 10 septiembre 2018 01:46 PM
Niños latosos
Enseñas a tus hijos que si no quieren comer lo que preparaste, lo mejor será que se levanten de la mesa, aunque no haya más qué comer.

(CNN) - Hay muchos estudios y opiniones de expertos que evalúan las formas en que nuestras estrategias de crianza afectan a nuestros hijos, pero muy pocos estudios sobre cómo lo sobrellevan los padres. Si leemos un buen puñado terminamos creyendo que los padres son entidades fijas con poca capacidad para sentir o crecer.

Este es particularmente el caso cuando se trata de la administración del tiempo. Se nos dice que los niños necesitan mucho tiempo no estructurado y depende de nosotros cultivarlo. Pero también se nos dice que los niños necesitan ser desafiados e inspirados, que nos corresponde a nosotros resolverlo. Así que los llevamos al karate, al violín, al catecismo, al fútbol y a danza, asegurándonos de que tengan también suficiente tiempo para explorar el bosque o construir una casa de árbol, o lo que sea que en estos días se recomiende por formar su carácter sin presión.

Como madre de un niño de cinco años y otro de un año, soy bastante nueva en las trincheras de los horarios y la planificación de actividades; sin embargo, escucho una pequeña y débil voz desde el fondo de mi cerebro que me dice: ¿Dónde encajan mis necesidades en todo esto?

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¿Cómo quiero pasar mis fines de semana y mis noches? ¿Qué sucede si ver a los niños jugar deportes o batallar en su clase de música no es mi idea de un rato agradable?

Me preocupa que estos pensamientos signifiquen que soy egoísta. Luego me preocupa en quién me convertiré si veo tales pensamientos como egoístas.

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En el libro de KJ Dell'Antonia, How to Be a Happier Parent (Cómo ser un padre más feliz), se alienta a los padres a escuchar esta voz. Ser un buen padre no se trata solamente de criar niños equilibrados y emocionalmente bien adaptados, argumenta, también consiste en ser padres equilibrados y emocionalmente bien adaptados. Hubo un tiempo en el que tal consejo habría sido obvio y redundante. Pero en la cultura actual que exige ser un súper padre (super parenting, donde ser un buen padre ya no basta), es contraintuitivo y redentor.

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"La escuela no es negociable. Pero las horas posteriores, que pronto se llenan de fiestas, deportes y música, es una historia que también yo [como padre] debo escribir", dice Dell'Antonia.

"Noto una sensación de inevitabilidad entre los padres, como si la atracción gravitacional de un horario repleto de actividades fuera tan fuerte. Están pensando en lo que funciona para los niños, pero también necesitan pensar en lo que les funciona a ellos".

Las actividades extras se salieron de control

Algunos datos del libro de Dell'Antonia: el tiempo de juego no supervisado y no estructurado ha disminuido para todos los niños desde 1981. Los padres pasan hoy más tiempo trasladando a los niños hacia y desde actividades, así como organizando y asistiendo a actividades que en generaciones anteriores.

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El 27% de todos los traslados realizados en 2012 fue con el único propósito de asistir a un evento deportivo organizado. Y el 35% de los padres, según una encuesta, dice que organizar y gestionar el transporte de los niños a la escuela y a las actividades extracurriculares es más estresante que los impuestos.

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Estos cambios han sido más significativos entre los padres con mayor nivel educativo. Dell'Antonia también advierte que los padres de hoy pasan menos tiempo con sus cónyuges que en el pasado.

La Academia Estadounidense de Pediatría publicó recientemente un informe que nos recuerda que "el juego no es frívolo" y alienta a los pediatras a escribir una "receta para jugar en cada consulta en los primeros dos años de vida".

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No es solo el compromiso del tiempo lo que ha aumentado. Las actividades extraescolares también son más serias, con el surgimiento de clubes deportivos profesionalizados y elaborados concursos de baile y recitales de música. Como resultado, los niños (e inevitablemente sus padres) están más involucrados emocionalmente en estas actividades, y su desempeño en ellas se convierte en una medida de su autoestima.

"Muchos de nosotros sentimos que esto era diferente a cuando éramos niños, y en realidad tenemos razón. No era tan complicado o intenso. Es diferente, es más difícil y está diseñado para absorberte ", señala Dell'Antonia.

Hay una combinación de factores detrás de la fiebre extraescolar. Algunos argumentan que a medida que las admisiones a la universidad se han vuelto más competitivas, los padres están más interesados en ayudar a que sus hijos se destaquen. Otros creen que la creciente desigualdad de ingresos hace que los padres con recursos estén más preocupados por asegurar el lugar de sus hijos en la cima de la jerarquía.

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La investigación muestra que el gasto en actividades extracurriculares y servicios adicionales para los niños ha aumentado más para las familias de altos ingresos que para las de bajos ingresos desde la década de 1970.

Si le sumamos a esto la presión social y un número creciente de negocios que buscan capitalizar las metastásicas inseguridades y miedos de los padres, el resultado es la locura extracurricular.

Decir 'NO'

¿Las buenas noticias? A pesar del enorme interés que deposita nuestra cultura en las actividades extraescolares, siguen siendo, de hecho, opcionales.

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No existe una fórmula universalmente correcta para la cantidad de actividades extracurriculares que un niño necesita. Algunos pueden desarrollarse y florecer sin ninguna o casi ninguna, y otros podrían disfrutar estudiando mandarín de camino a la práctica de violín mientras envían mensajes de texto a su equipo de lacrosse sobre el gran partido de mañana.

Aunque hay evidencia de que algunas actividades extracurriculares pueden beneficiar a nuestros niños, nadie ha descubierto que convertirlos en niños y niñas renacentistas que pueden pintar, cantar y hacer una clavada de tres puntos los beneficie a largo plazo. En todo caso la mayoría de las investigaciones sobre el tema advierte a los padres acerca de los potenciales inconvenientes de restringir el tiempo libre de los niños.

Dell'Antonia hace una invitación para hablar con nuestros hijos sobre estos compromisos y prestar atención a cualquier señal emocional que pueda sugerir que, quizás sin saberlo, estén ansiosos y abrumados.

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Pero ese no debería ser el único factor en nuestro proceso de toma de decisiones. "También está la cuestión de si hacer una actividad extraescolar haría que el padre sea más feliz. Tu felicidad y la felicidad general de tu familia son preocupaciones totalmente válidas", dice Dell'Antonia.

Ella alienta a los padres a pensar en esto en términos prácticos. Claro, la práctica de karate tal vez dure 45 minutos. Pero si te toma 25 minutos motivar y vestir a tu hijo de 7 años, 15 minutos para llegar y otros 15 minutos para volver, esos 45 minutos realmente se traducen en dos horas.

Luego está el factor emocional. Los padres que se autodescriben felices suelen tener un hobby o una actividad extracurricular propia. Esto no solo es bueno para su sentido de sí mismos, sino que establece un importante ejemplo para sus hijos cuando se enfrenten a la adultez.

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"Una de las alegrías de ser un adulto es que puedes tomar decisiones sobre el dinero y el tiempo. Si sientes que no puedes hacer esas cosas porque las actividades de tus hijos te mantienen demasiado ocupado, debes mirar a tus hijos y pensar: ‘¿esto es lo que quiero para ti en el futuro?’” dice Dell'Antonia.

Menos actividades mejoran las relaciones

Además de tener más tiempo para mí, para hacer cosas como yoga, leer y visitar más museos, limitar las actividades extracurriculares podría beneficiar mis relaciones con mis hijos.

Como madre de seis hijos, que van de los 3 a los 14 años, Jordana Horn nunca pudo aspirar a ser el tipo de madre cuyos hijos hacen una amplia gama de actividades extracurriculares. "Sería físicamente imposible ser chofer de seis niños que hacen cinco actividades extracurriculares a la semana. Eso es una locura", explica Horn, que vive en Short Hills, Nueva Jersey.

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Pero su deseo de limitar las actividades extracurriculares no es puramente práctico. Tener un horario más manejable también le brinda la oportunidad de disfrutar de la compañía de sus hijos en un entorno libre de expectativas

"No solo disfrutas su infancia, también tienes la oportunidad de criarlos. No deberías estar todo el tiempo estresado, pensando que si el semáforo te toca rojo no vas a llegar a tiempo para su clase de patinaje ", dice Horn.

"Ves una diferencia en tu vida y en las vidas de tus hijos cuando realmente disfrutas de la compañía mutua y no solo eres la persona que tiene a mano la botella de agua y las curitas".

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Eitan Kensky, padre de un niño de dos años en Mountain View, California, descubrió que la aparentemente inocua clase de fútbol de su hijo le causaba más sufrimiento que alegría.

"Pensé que solo iban a patear una pelota y correr. Pero los padres eran extrañamente competitivos, y me hizo más consciente de las dificultades que tenía mi pequeño niño con el juego estructurado", explica Kensky. A Kensky no le gustaba la forma en que la clase alentaba a los padres a comparar a sus hijos entre sí y los malos sentimientos que surgían en él cuando le preocupaba si su hijo daba el ancho.

"Los niños pequeños se desarrollan a su propia velocidad. Así que dejé de inscribirlo en este tipo de clases, y ambos nos sentimos mucho mejor".

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La paternidad puede ser tan intensa y tan absorbente, que es fácil olvidar que los padres somos una parte importante de la ecuación familiar. Todos seríamos más felices, padres e hijos por igual, si nos preocupamos un poco menos por la vida que estamos construyendo y un poco más sobre si estamos construyéndola juntos.

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