Los desafíos en el fondo del mar
El primer reto en estos proyectos es encontrar el petróleo. Para esto se envían embarcaciones que a través de señales, como las electromagnéticas, intentan identificar dónde se encuentra atrapado el hidrocarburo. Esto pasa con toda la exploración de petróleo ya sea en mar o en tierra, pero en las aguas profundas se topa con la sal que va creando gruesas capas que, por sus características, esconden qué hay debajo de éstas, explica Vidal.
Así que las petroleras van más a ciegas en este tipo de formaciones que pueden ser presalinas, como las de Brasil o las de la parte sur del Golfo de México, o subsalinas, como las del norte del Golfo de México o la parte estadounidense.
La perforación de un pozo en este tipo de áreas puede costar 100 veces más que uno en aguas poco profundas –menores a 500 metros de la superficie al lecho marino-. Así que fallar resulta más doloroso.
Si las compañías tienen suerte de encontrar petróleo, deben prepararse para realizar la mayor parte de la inversión y desafíos tecnológicos para convertirlos en proyectos rentables.
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Las firmas deben instalarse a cientos de kilómetros de las costas en lugares donde el lecho del mar puede encontrarse entre 500 a 3,000 metros de la superficie. Esto implica enfrentarse a condiciones climáticas extremas no sólo arriba del mar, sino en las profundidades.
“Las temperaturas en el lecho del mar van de los cero a los cuatro grados Celsius y a esto debes agregar la presión de tener toda esa cantidad de agua, primero, y la de tierra que hay hasta llegar al hidrocarburo”, dice Vidal.
Las empresas deben cuidar la estabilidad del pozo porque los cambios de temperatura y presión que van sufriendo al subir por las tuberías que instalan. Las corrientes marinas ponen a prueba la resistencia de toda la infraestructura que conecta el pozo con la superficie, por lo que se emplean tuberías flexibles que pueden llevar el crudo hacia la superficie.
Los técnicos que diseñan la perforación de los pozos también debe prepararse para condiciones extremas tanto al llegar al lecho marino, como al taladrar la tierra, porque los pozos deben anticipar las trampas de sal, que son capaz gruesas que suelen recubrir y aprisionar los yacimientos, y que son muy complicadas de traspasar.
Los ingenieros deben decidir si hacer el intento por quebrarlo, o mejor rodearlo hasta encontrar otra salida para el hidrocarburo. En este punto hablamos de una etapa crucial de la exploración porque estas capaz salinas –sean subsalinas o presalinas- son sólo un indicativo de que algo está atrapado, pero no siempre se trata de petróleo, y en cada pozo se invierten millones de dólares pero en cerca de tres de cada 10 perforaciones, hay suerte de encontrar crudo que valga la pena sacar.
El costo diario para rentar una perforadora regular para trabajos en aguas poco profundas ronda ahora casi los 80,000 dólares por día, según datos de la consultora IHS Markit. Pero una embarcación semisumergible, como las que usa Pemex en sus proyectos de aguas profundas, llegóa costar casi 300,000 dólares por día cuando los precios del crudo superaban los 100 dólares, y hoy superan los 200,000 dólares por día, según datos de la consultora internacional.
Si todo ha salido bien hasta este punto, llegó la hora de llamar a la artillería pesada para sacar el petróleo.
Las mega embarcaciones conocidas como FSPO, un tipo de barco diseñado para cargar con la producción, y el procesamiento en sitio, permiten llevar el hidrocarburo directo hasta la costa sin la necesidad de construir ductos.
El EGINA, uno de los FSPO más grandes del mundo de la petrolera francesa Total, tiene 330 metros de largo y 34 metros de alto, puede almacenar 2.3 millones de barriles y está conectado 44 pozos en las costas de Nigeria. Total usa este equipo en el campo del mismo nombre que descubrió en 2003 y apenas a finales del año pasado inició su operación, es decir, casi 15 años después.
La petrolera estatal brasileña Petrobras es otro de los grandes jugadores en este tipo de embarcaciones como en el campo de Lula, el primer gran descubrimiento costas a fuera en la zona del Presal.