"Para un gobierno en estas circunstancias es razonable y normal buscar una nueva sesión legislativa luego de una suspensión corta de unos cuantos días", dijo.
La reina mantiene su independencia política al apegarse estrictamente a la vieja costumbre de solo actuar bajo el consejo del primer ministro. Entonces, cuando le pidieron que aprobara la suspensión del Parlamento, lo hizo sin cuestionarlo.
No obstante, el tribunal podría determinar que la engañaron si no le explicaron bien por qué era necesaria la suspensión. Es muy probable que la reina no divulgue su sentir, pero este fallo difícilmente les daría un tono positivo a las audiencias semanales de Johnson con la reina, tradición que sus predecesores tenían en alta estima. La reina es fuente de conocimientos y ha aconsejado a todos los primeros ministros después de Winston Churchill.
Para la reina, lo peor sería verse obligada a tomar una decisión política.
¿Pero qué pasaría si la Suprema Corte falla en contra del gobierno de Johnson y le ordena volver a convocar al Parlamento, pero se niega a hacerlo de inmediato?
Se desataría la indignación del público y todo el mundo estaría atento a la reacción de palacio.
¿La reina esperará a ver qué dice Johnson o irá en contra de la costumbre y actuará con base en el fallo del tribunal?
Sus decisiones serán objeto de intensos debates públicos en los que se llegará al fondo de la razón de ser de la monarquía. También sentarán un precedente para sus sucesores. Ella tendrá bien presente su deber principal de dejar a la corona en una posición más sólida que cuando la recibió. La reacción de la opinión pública a esta crisis constitucional potencial también dejará sentir todo su peso sobre ella.
La reina ha enfrentado muchas pruebas en su largo reinado y ha salido airosa. Pero lo cierto es que debe estar esperando no tener que verse puesta a prueba otra vez con lo que pase esta semana.