Al ver el mapa es evidente: Ucrania está atrapada entre Rusia y la Unión Europea. A diferencia de antiguos países comunistas como Polonia y Hungría, Ucrania no se incorporó a la OTAN. Ucrania colinda con la Unión Europea, pero no se ha vuelto miembro.
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Como es uno de los países más pobres de Europa, Ucrania ha sido uno de los receptores principales de la asistencia estadounidense. Desde 1992, el primer año de independencia total, la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID) ha aportado más de 3,000 millones de dólares en asistencia para el desarrollo en Ucrania.
¿Por qué la estabilización de un país en el borde de Europa habría de ser prioridad para Washington? Las armas nucleares, para empezar. La extinción de la Unión Soviética generó una pesadilla potencial para los políticos: un Estado independiente acababa de aparecer en el mapa y tras heredar parte del arsenal nuclear soviético, se volvió el tercer país con el mayor arsenal nuclear en el mundo.
Las sospechas del Kremlin
En 1994, Estados Unidos, Reino Unido, Rusia y Ucrania firmaron un memorándum en el que hicieron compromisos de seguridad con el gobierno ucraniano. A cambio de su participación, Ucrania cedería sus armas nucleares; los signatarios se comprometieron a preservar la integridad territorial de Ucrania.
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