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Ucrania: un actor frecuentemente involucrado en la polémica con EU

El país europeo, ubicado entre Rusia y la Unión Europea, ya ha estado envuelto en los escándalos políticos con Washington, pero jamás en algo como un juicio de destitución.
jue 03 octubre 2019 05:04 AM
Ucraniano
La llamada del 25 de julio entre Trump y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, está en el ojo del huracán.

MOSCÚ, Rusia (CNN)- No es la primera vez que Ucrania se ve envuelta en un escándalo político. Ahora se trata de la investigación del procedimiento de destitución que está agitando a Washington.

El nombre de Ucrania deriva de una palabra que significa "tierra de fronteras". Desde la caída de la URSS, en 1991, Ucrania ha estado en la frontera del enfrentamiento entre Oriente y Occidente.

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Al ver el mapa es evidente: Ucrania está atrapada entre Rusia y la Unión Europea. A diferencia de antiguos países comunistas como Polonia y Hungría, Ucrania no se incorporó a la OTAN. Ucrania colinda con la Unión Europea, pero no se ha vuelto miembro.

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Como es uno de los países más pobres de Europa, Ucrania ha sido uno de los receptores principales de la asistencia estadounidense. Desde 1992, el primer año de independencia total, la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID) ha aportado más de 3,000 millones de dólares en asistencia para el desarrollo en Ucrania.

¿Por qué la estabilización de un país en el borde de Europa habría de ser prioridad para Washington? Las armas nucleares, para empezar. La extinción de la Unión Soviética generó una pesadilla potencial para los políticos: un Estado independiente acababa de aparecer en el mapa y tras heredar parte del arsenal nuclear soviético, se volvió el tercer país con el mayor arsenal nuclear en el mundo.

Las sospechas del Kremlin

En 1994, Estados Unidos, Reino Unido, Rusia y Ucrania firmaron un memorándum en el que hicieron compromisos de seguridad con el gobierno ucraniano. A cambio de su participación, Ucrania cedería sus armas nucleares; los signatarios se comprometieron a preservar la integridad territorial de Ucrania.

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Rusia echó por la ventana esa garantía. El Kremlin tenía suspicacias respecto a la expansión de la OTAN hacia los Estados del Báltico, mismos que la Unión Soviética había absorbido a la fuerza. Para Vladimir Putin, presidente de Rusia, los anhelos occidentales de Ucrania eran inadmisible s . En su paranoia, pensaba que Estados Unidos estaba detrás de la revolución democrática que tuvo lugar en Ucrania en 2014. Luego del derrocamiento del presidente prorruso de Ucrania, Víktor Yanukóvich, el gobierno ruso ocupó y se anexionó la península ucraniana de Crimea. Estados Unidos y sus aliados le impusieron sanciones a Rusia por lo de Crimea y por haber apoyado a los separatistas en el este de Ucrania. Estados Unidos también brindó asistencia en seguridad al gobierno ucraniano, aunque el gobierno de Obama no llegó a proporcionarle asistencia letal a Ucrania.

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En 2015, esa política despertó las críticas del difunto senador republicano, John McCain, porque las consideraba inadecuadas. Sin embargo, durante la campaña presidencial de 2016, pareció que los republicanos titubearon cuando la campaña de Trump corrigió el discurso de la plataforma del partido y así respaldó la idea de que el gobierno estadounidense enviara armas letales a Ucrania y respaldara las campañas anticorrupción.

Más adelante, en el informe del fiscal especial, Robert Mueller , se señala que en su investigación "no se estableció que los esfuerzos de uno de los funcionarios de la campaña por diluir una parte de la plataforma del Partido Republicano […] se emprendieran a instancias del candidato Trump o de Rusia".

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La conexión Manafort

Lo que sí sucedió en la convención republicana de 2016 fue que los reflectores se centraron en los lazos financieros del director de la campaña de Trump, Paul Manafort, con Ucrania. Manafort había trabajado como consultor político del partido prorruso que gobernaba en Ucrania y de Yanukóvich, quien huyó del país tras las manifestaciones violentas de 2014.

Ahora, Manafort está tras las rejas por fraude al fisco, ya que ocultó sus cuentas bancarias en el extranjero y defraudó a dos bancos por más de cuatro millones de dólares en préstamos.

El drama de Manafort demostró cuánto dinero sucio parecía estar dando vueltas por Ucrania. En 2016, el legislador ucraniano Sergui Leschenko dio a conocer la "libreta negra", una lista secreta de pagos que el Partido de las Regiones (el partido de Yanukóvich) había hecho a Manafort y a otros.

La libreta ha sido protagonista del escándalo más reciente. A lo largo del año pasado, Rudy Giuliani, el abogado personal de Trump y su perro de ataque político, empezó a hacer circular una versión elaborada de la interferencia extranjera en las elecciones de 2016; dijo que todo podía remontarse a los tratos de los demócratas en Ucrania.

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Giuliani ha difundido la acusación de que Leschenko interfirió en las elecciones de 2016 en Estados Unidos, cosa que, de acuerdo con Leschenko, desmintió un tribunal administrativo ucraniano en julio.

Sin embargo, Giuliani recurrió a otra versión relativa a Ucrania: la campaña de presión para que se investigara al ex vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, y a su hijo, Hunter, quien tenía un trabajo lucrativo en el consejo de administración de Burisma, una empresa ucraniana de gas natural.

No hay pruebas de que Joe Biden ni su hijo hayan obrado mal. Sin embargo, las cosas no lucen bien, particularmente porque una de las funciones de Joe Biden como vicepresidente era presionar al gobierno ucraniano para que apuntalara el imperio de la ley.

Un expresidente bajo los reflectores

El gobierno de Trump aprobó que se proveyeran armas letales a Ucrania, entre ellas algunos misiles antitanque Javelin, cosa que el gobierno ucraniano quería desde hacía tiempo. Sin embargo, los 400 millones de dólares en asistencia militar a Ucrania que el gobierno de Trump retuvo ahora son el eje de la denuncia del informante, situación que desencadenó los llamados a iniciar el procedimiento de destitución.

Todavía hay dudas sobre la llamada del 25 de julio entre Trump y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski , en la que Trump lo presionó para que investigara a los Biden en un momento en el que existía una retención a la asistencia estadounidense.

No es la primera vez que un presidente de Estados Unidos se mete en dificultades por culpa de Ucrania.

El 1º de agosto de 1991, el entonces presidente de Estados Unidos, George H. W. Bush, dio un discurso ante la Rada Suprema, la asamblea legislativa de Ucrania, que entonces pertenecía a la URSS. Bush advirtió sobre "el nacionalismo suicida". En ese entonces, las repúblicas soviéticas clamaban por mayor independencia de Moscú y a la administración Bush le preocupaba un rompimiento potencialmente violento de una superpotencia con armas nucleares.

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En ese entonces, ese consejo tal vez haya parecido prudente. Los conflictos étnicos asolaban Yugoslavia y en la Unión Soviética se desarrollaba una guerra abierta entre los armenios y los azeríes por el asentamiento montañoso de Nagorno Karabaj.

Sin embargo, Bush se equivocó totalmente al interpretar el deseo de los ucranianos por alcanzar el estatus de Estado. En cuestión de semanas, el Parlamento ucraniano declaró la independencia. Más tarde, ese mismo año, los ucranianos votaron abrumadoramente a favor del retiro de la Unión Soviética en un referéndum.

En retrospectiva, las reservas sobre el discurso que Bush dio en Kiev parecen curiosas si se comparan con la polémica política que se desarrolla actualmente en Washington. Ahora, esa tormenta llegará a Ucrania.

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