De Sousa criticó que el mandatario "rompió el aislamiento recomendado por los médicos" y "recibió periodistas de medios de comunicación que considera afines" a sus políticas para "informarles personalmente" de que está infectado con el patógeno.
El jefe de Estado, de 65 años y uno de los líderes más escépticos sobre la gravedad de la enfermedad, compareció con una mascarilla blanca simple y sin respetar la distancia de seguridad con los informadores, quienes durante la comparecencia sostuvieron sus micrófonos cerca de la boca tapada del gobernante.
Casi al final de su intervención, Bolsonaro dio unos pasos para atrás para alejarse unos pocos metros de los periodistas y se quitó la mascarilla a fin de pronunciar unas últimas palabras.
Para la ABI, la actitud del presidente infringió el artículo 131 del Código Penal brasileño que castiga "practicar, con el fin de transmitir a otros una enfermedad grave de la que se está infectado" o "un acto capaz de producir el contagio", bajo pena de uno a cuatro años de cárcel y multa.
La asociación consideró que el gobernante también violó el artículo 132 al "exponer la vida o la salud de otros a un peligro directo e inminente".
"No es posible que el país asista sin reacción a sucesivos comportamientos que van más allá de la irresponsabilidad y configuran claros delitos contra la salud pública", añadió De Sousa.