En el Senado, Harris se hizo conocida por sus interrogatorios, a veces de tono escalofriante, durante audiencias de alta tensión. Como candidata a las primarias, también había prometido "liderar la acusación" contra Trump.
Pero su pasado como fiscal también le pesa en contra.
Desde Carolina del Sur hasta Michigan, los votantes negros y progresistas lamentan su reputación de dureza. Cuestionan en particular sus iniciativas como fiscal para castigar fuertemente los delitos menores que, según sus críticos, afectaron más que nada a las minorías.
Al reunirse con los votantes, su imagen cálida también contrasta con cierta rigidez, mostrando en ocasiones una falta de autenticidad.
"Algunos, especialmente entre los jóvenes negros, la ven como parte del problema, no como la solución", advirtió David Barker, profesor de ciencias políticas en la American University en Washington.
Desde que las manifestaciones raciales estallaron en Estados Unidos, Harris ha luchado por impulsar su imagen a favor de los derechos civiles.
En los días posteriores a la muerte de George Floyd a manos de la policía en Mineápolis, en mayo, que desencadenó un debate nacional sobre la raza, Harris se unió a los manifestantes en las calles de Washington.
En el Capitolio, junto con el senador Cory Booker, un afroamericano que también buscó una candidatura a la presidencia, se convirtió en el motor del esfuerzo demócrata para luchar contra los abusos policiales y lideró la batalla contra un proyecto republicano de reforma policial que calificó como "un saludo a la galería".