Ahora, más de medio siglo después, la política de Israel le regala a Borges una de las representaciones más perfectas de su verso convertido en lugar común: a los partidos de la variopinta coalición que logró finalmente formar un gobierno capaz de desalojar al primer ministro Benjamin Netanyahu del poder, no los "une el amor sino el espanto".
En el caso del verso del poema "Buenos Aires", el significado de esas palabras es cristalino y bello. Pero cuando se trata de explicar la unión de políticos tan diferentes como Yair Lapid y Naftali Bennett, la explicación es mucho más terrenal y compleja.
En efecto, mientras se espera que avance el proceso de ratificación de la coalición de gobierno por parte de la Knesset, el parlamento unicameral israelí, y el cambio de guardia efectivo en el poder, muchas preguntas están surgiendo en el país sobre cómo podrá funcionar el gabinete Bennett-Lapid.
Estos son algunos de los puntos clave que, muy probablemente, provocarán fricciones dentro del "bloque del cambio" que se apresta a ocupar el sillón de Netanyahu.
La cuestión palestina
Bennett, líder del partido Yamina, que quiere decir "derecha", en hebreo, es conocido por sus posiciones duras frente a la cuestión de Cisjordania, el territorio conquistado por Israel durante la Guerra de los Seis Días en 1967.