El gobierno venezolano, que había manifestado abiertamente su respaldo a Vladímir Putin en la operación militar iniciada el pasado 24 de febrero, dio un giro a los hechos al admitir el lunes que sostuvo una reunión el pasado fin de semana con una delegación estadounidense de alto nivel, a la que transmitió su voluntad de "avanzar en una agenda que permita el bienestar y la paz”.
La delegación de alto nivel que viajó a Caracas intentó pasar lo más desapercibida posible, en plena guerra desatada por Rusia en Ucrania.
El propio Maduro, que explicó cómo había transcurrido la reunión con la delegación de Estados Unidos, aseguró que "continuarán hacia adelante las conversaciones, las coordinaciones y un agenda positiva entre el Gobierno de Estados Unidos" y el de Venezuela.
Por su parte, Estados Unidos confirmó la visita a Caracas de su delegación y dijo que el propósito del viaje era discutir "diferentes temas", entre ellos, la "seguridad energética" en medio de la escalada de precios del petróleo por la invasión rusa a Ucrania, que apenas el primer día de la guerra alcanzó los 104.37 dólares, una cifra no vista desde 2014, cuando llegó a cotizar a 111.80 dólares.
No obstante, la prueba palpable del acercamiento llegó la noche de este martes, pero no con acuerdos energéticos, sino con la liberación del cubano-estadounidense Jorge Alberto Fernández, detenido en febrero de 2021, y de Gustavo Adolfo Cárdenas, exdirectivo de Citgo —filial de la petrolera estatal venezolana PDVSA en Estados Unidos—, quien estuvo encarcelado cuatro años y cuatro meses en Venezuela.