Si bien Trump pudo ser un mediador ideológico de la sacudida autoritaria del Partido Republicano, DeSantis está mostrando cómo podría implementarse en la práctica. Las consecuencias para la democracia en Florida y Estados Unidos en general podrían ser catastróficas.
Hungría, un país autoritario, se está volviendo cada vez más importante en la imaginación de la derecha estadounidense.
Tucker Carlson, otra de las figuras más influyente en el Partido Republicano actual, está al frente de este esfuerzo. En enero, Carlson publicó un documental sobre el gobierno de Orbán glorificando su régimen e incitando a los republicanos a imitarlo.
Ese mismo mes, Donald Trump respaldó a Orbán para la reelección , calificándolo de "líder fuerte" que "ha hecho un trabajo poderoso y maravilloso para proteger a Hungría".
Esto hace que las similitudes entre la agenda de DeSantis y la de Orbán sean especialmente notables, siendo la ley "No digas gay" y la actual pelea con Disney los ejemplos más simbólicos.
El modelo político de Orbán ha empleado con frecuencia un doble paso demagógico: levantar a un grupo temido o marginado como enemigo y luego usar la supuesta necesidad de combatir la influencia de este grupo para justificar políticas punitivas que también expanden el poder de su régimen.
Los objetivos han incluido inmigrantes musulmanes, el financiero judío George Soros y, más recientemente, húngaros LGBTQ. La versión húngara de la ley “No digas gay”, que el gobierno calificó como un proyecto de ley contra la pedofilia, amplió tanto el control del gobierno sobre los planes de estudios como sus poderes para regular la programación en Hungría.