Guilherme Casaroes, de la Fundación Getúlio Vargas, sostuvo que la respuesta del gobierno de Lula y de las autoridades en general, con detenciones masivas, el refuerzo de la seguridad y la posibilidad de calificar las acciones legalmente como "terroristas", podría menguar los ánimos entre quienes persiguen una oposición violenta.
"Claro que aún habrá grupos mucho más pequeños que apuesten por acciones terroristas", dijo Casaroes.
La mayoría, sin embargo, debe "regresar a sus casas esperando elegir a Bolsonaro en 2026. Como está pasando en Estados Unidos", donde el 6 de enero de 2021 cientos de simpatizantes de Donald Trump invadieron el Capitolio, "migrarán hacia un líder más moderado", señaló en referencia al republicano Ron DeSantis, gobernador de Florida, que despunta como alternativa política al trumpismo, según algunos observadores.
Un riesgo potencial es convertir a Bolsonaro en un mártir al ordenar su detención o su extradición desde Estados Unidos, en donde se encuentra desde que dejó el país dos días antes de culminar su mandato, opinó Casaroes.
El sociólogo Geraldo Monteiro, coautor del libro "Bolsonarismo: Teoría y Práctica", considera que el movimiento no cuenta con "capacidad suficiente para una contraofensiva".
"La mayoría de los 'bolsonaristas' son personas comunes, no están hechos para una pelea. (...) Este movimiento no tiene suficiente experiencia para avanzar", dijo a la AFP.
Para Shifter, sin embargo, "el movimiento sigue dando vueltas" y Brasil debe esperar "manifestaciones y protestas, y algo de violencia, con menos intensidad. No creo que esto vaya a desaparecer".
Muchos están "a la espera" de ver que pasa con Bolsonaro, opina el analista.
"Esto no significa que han decidido que no vale la pena pelear". Destacando a los más radicales, Shifter apuntó: "Creo que la pelea sigue. Ellos lucharán otro día".