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Trump desmantela políticas de diversidad, culpando de "discriminación inversa"

La apuesta por un sistema basado en el mérito ignora desigualdades históricas y sistémicas, por lo que terminará afectando a minorías.
sáb 01 febrero 2025 05:04 AM
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Las implicaciones de esta visión de la meritocracia no son solo ideológicas; tienen consecuencias tangibles en áreas clave como la economía y el empleo.

Donald Trump regresa al poder más conservador que nunca, desmantelando políticas de diversidad e inclusión, y responsabilizándolas de accidentes mortales y calificándolas de "discriminación inversa".

El 36% de los hombres blancos trabajadores parecen coincidir con su crítica, pero estas políticas han beneficiado a miles de estadounidenses y corporaciones.

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Entre las medidas propuestas por su administración destaca la orden ejecutiva " Poner fin a la discriminación ilegal y restablecer las oportunidades basadas en el mérito ". Esta política busca redefinir la noción de mérito como criterio central en la distribución de oportunidades, relegando las iniciativas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) en el sector público y en empresas que reciben financiamiento federal.

Expertos consideran que este enfoque podría estar ignorando las desigualdades estructurales que limitan el acceso equitativo a recursos como la educación, el empleo y la vivienda, generando también un cuestionamiento sobre cómo se entiende el concepto de mérito en este contexto.

La desigualdad estructural y el mito de la meritocracia

La premisa de este concepto es que las oportunidades deben otorgarse exclusivamente en función de habilidades y logros individuales, sin tomar en cuenta factores como el origen racial, el género o la historia socioeconómica de cada persona.

Esta interpretación no considera un factor: las desigualdades en las condiciones de partida. No todos parten desde el mismo lugar, y las barreras sociales, económicas y culturales afectan las posibilidades de cada individuo.

Un estudio del Urban Institute de 2021 muestra que la brecha de riqueza racial en Estados Unidos es significativa: en 2021, el patrimonio neto promedio de una familia blanca era de $188,200, mientras que el de una familia negra era de $24,100 y el de una familia latina de $36,100. Esta disparidad refleja diferencias en el acceso a educación de calidad, empleo bien remunerado y oportunidades de inversión.

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Rodolfo de la Torre, Director de movilidad social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), afirma que la política de Donald Trump "ignora las desventajas de origen y la falta de igualdad de oportunidades en la competencia laboral". Explica que "al eliminar las políticas de equidad sin corregir las barreras estructurales, se perpetúa la desigualdad en lugar de eliminarla".

Las políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) representaban un intento de nivelar el terreno de juego y reconocer las desventajas sistémicas que afectan a millones de estadounidenses.

Fernanda Diez-Torres, directora de Justicia Social, subraya que "el mérito no puede desvincularse del contexto en el que se construye. Si los únicos que llegan a los puestos más altos son personas con los mismos antecedentes económicos y raciales, no estamos hablando de una competencia justa".

Agrega que "Trump parece hacer sinónimo de mérito con una carrera universitaria, pero el mérito puede manifestarse en cualquier profesión. Un carpintero, un constructor o un técnico especializado pueden demostrar su mérito a través de su experiencia y habilidades, sin necesidad de un título universitario".

Percepciones de las políticas DEI

La eliminación de las políticas DEI ha sido recibida de manera polarizada en la sociedad estadounidense.

De acuerdo con el reporte de Rachel Minkin para el Pew Research Center, la percepción sobre estas políticas varía significativamente según el género y la afiliación política.

Un 42% de los trabajadores republicanos considera que enfocarse en DEI es algo negativo, un incremento notable respecto al 30% del año anterior. Entre los hombres empleados, la desaprobación aumentó del 23% en 2023 al 29% en 2024, mientras que el porcentaje de quienes consideran positivo el énfasis en DEI cayó de 50% a 44%.

Además, 36% de los estadounidenses entrevistados cree que las políticas DEI perjudican a los hombres blancos, en comparación con solo un 14% que considera que los benefician. Este dato refleja una creciente percepción de que la equidad laboral implica una competencia más cerrada para grupos que históricamente no han enfrentado barreras estructurales significativas.

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Las mujeres y las minorías son más propensas a valorar las políticas DEI como un mecanismo necesario para garantizar el acceso equitativo a oportunidades. Un 61% de las mujeres considera que estas medidas son positivas, en comparación con el 50% de los hombres. En términos raciales, el 78% de los trabajadores afroamericanos y el 66% de los latinos afirman que estas políticas han mejorado sus oportunidades de desarrollo profesional

En el ámbito educativo, la reducción de programas orientados a la inclusión podría afectar a comunidades negras y latinas, especialmente en el acceso a instituciones de educación superior de calidad. Iniciativas como la Acción Afirmativa han sido claves para abrir oportunidades a quienes, a pesar de su talento y esfuerzo, enfrentan desigualdades estructurales.

Fernanda Diez-Torres, directora de Justicia Social, explica que "el programa de Affirmative Action nació para abrir puertas a aquellos con mérito, independientemente de su origen. Sin embargo, al eliminarlo, se están cerrando nuevamente esas puertas para quienes enfrentan mayores barreras estructurales".

La desaparición de estas iniciativas no solo perpetúa la desigualdad, sino que también reduce la diversidad en los espacios académicos y laborales, limitando la creación de entornos inclusivos y representativos.

¿Por qué rechazan este tipo de políticas?

A pesar de los beneficios que las iniciativas DEI han traído para diversos grupos, una parte de la población estadounidense las percibe como injustas. Para algunos, estas políticas representan un supuesto favoritismo hacia minorías en detrimento del "estadounidense promedio".

La competencia por el acceso a universidades de prestigio, como las Ivy League, ha generado un sentimiento de rechazo en algunos sectores, particularmente entre aquellos que creen que las políticas DEI dificultan sus propias oportunidades de ingreso.

Sin embargo, los datos muestran que estas medidas han beneficiado a comunidades negras, hispanas, asiáticas y también a mujeres blancas, sin necesariamente perjudicar a otros grupos.

El debate sobre estas políticas se intensificó cuando el presidente Trump culpó a las políticas DEI por el accidente aéreo entre un helicóptero y un avión en Washington, lo que desató críticas por la falta de evidencia que respalde tal afirmación.

“Grandes multimillonarios o personas que provienen de la élite política de los Estados Unidos están repitiendo las condiciones de ventaja en las cuales nacieron sus familias, y eso significa que no hay posibilidad de corregir esta cancha dispareja en la cual están compitiendo las personas”, dice De la Torre.

Para el experto, las élites económicas y políticas, al no experimentar las mismas barreras que otros grupos, siguen reforzando un sistema que les beneficia, independientemente de las políticas de inclusión.

Un gabinete que contradice la idea del mérito

A pesar de su insistencia en la meritocracia, la administración Trump ha sido señalada por priorizar la lealtad sobre la competencia técnica en sus nombramientos clave. De los principales nominados a su equipo de gobierno, la mayoría son hombres blancos y figuras cercanas al expresidente, con antecedentes en el sector empresarial y en su administración previa.

El análisis de la composición de su gabinete sugiere que varios de los altos funcionarios carecen de experiencia en las áreas que ahora dirigen. A diferencia de administraciones anteriores, que privilegiaron la diversidad y la formación técnica, Trump ha seleccionado a personas alineadas con su visión política, incluso cuando su experiencia no es relevante para los cargos por los que se les nomina.

El discurso meritocrático de Trump sugiere que solo las personas más capacitadas deben acceder a posiciones de poder. Sin embargo, sus nombramientos reflejan que la lealtad política y la afinidad ideológica pesan más que la capacidad técnica.

Fernanda Diez-Torres asegura: "él dice que apoya la meritocracia, pero es el primero en dinamitarla, porque en Estados Unidos ya existe una desigualdad tremenda".

Rodolfo de la Torre agrega que "lo que Trump llama mérito en realidad es ignorar la desigualdad de oportunidades que han tenido las personas a lo largo de su vida y perpetuar esa desigualdad".

El futuro del "mérito" bajo la administración Trump

La visión de Trump no solo rechaza la inclusión, sino que también limita el potencial humano que podría contribuir al desarrollo del país.

Para Fernanda Diez-Torres, la restricción de oportunidades impide que talentos emergentes, sin importar su origen, puedan desarrollarse plenamente. “Los genios no nacen solo en el estrato más alto. Si cierras las oportunidades a quienes no nacieron en cuna de oro, estás perdiendo a esos genios. Nunca sabremos cuántos hemos perdido”, señala.

Rodolfo de la Torre también enfatiza que el discurso del mérito en la administración Trump no responde a un principio real de competencia justa, sino a una estrategia política: “No le interesa tanto el mérito como usar ese principio para favorecer a su base. No es un enfoque serio, sino una herramienta para mantener la expectativa de que sus seguidores mejorarán su situación”.

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