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OPINIÓN: Dinero móvil, el nuevo vehículo de exclusión financiera

Ante las medidas del actual gobierno para fortalecer la inclusión financiera no está de más que tome en cuenta el ejemplo de algunos países de África, comenta Gabriel Pérez del Peral.
mié 13 marzo 2019 12:00 PM
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Enso busca ayudar también a los mexicanos en temas de educación financiera.

Nota del editor: Gabriel Pérez del Peral es profesor Investigador de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana. Síguelo en Twitter como @gperezdelperal. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(Expansión) - La inclusión financiera es considerada un medio para que los ciudadanos potencien su bienestar económico; sin embargo, evidencia reciente en el mundo nos hace reflexionar si realmente a través de la tecnología y la innovación se está logrando que las personas vivan mejor.

Las nuevas formas de prestar dinero ahora generan antiguos problemas. El llamado ‘dinero móvil’ ofrece el equivalente de una cuenta bancaria básica para casi cualquier persona que tenga un teléfono celular y esto se ha visto como un medio idóneo para generar inclusión financiera, pero el crédito digital a través de teléfonos celulares ha generado un importante sobreendeudamiento, caos y lo que es peor: exclusión financiera.

Evidencia de lo anterior se encuentra en África del este. Gracias a la empresa M-Pesa, el mayor proveedor del servicio de dinero móvil en Kenya, con 20 millones de usuarios, el país se ha vuelto el pionero en dinero móvil y en servicios financieros móviles como préstamos.

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Los datos duros muestran que la evidencia está plagada de abusos; en efecto, resaltan los préstamos a jóvenes kenianos que se derrochan en sitios de apuestas online. La lista de los kenianos reportados en el buró de crédito ha crecido en tres años 233%, pasando de 150 mil a 500 mil dólares.

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La proliferación del crédito móvil se debe a la participación de 50 prestamistas que compiten en un mercado creciente y que otorgan créditos de algunos dólares con vencimiento a pocos días o semanas, pero en donde el daño puede ser permanente, como refiere The Economist.

Dos recientes investigaciones dimensionan la magnitud del problema, una fue la realizada por el Consultative Group to Assist the Poor (CGAP), que es un consorcio de donantes afiliado al Banco Mundial. Se encuestó telefónicamente a miles de usuarios de teléfonos celulares en Kenya y Tanzania y se analizaron los datos de 20 millones de préstamos digitales.

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Encontraron que 35% de las personas que respondió en Kenya y 21% en Tanzania, adquirió créditos digitales. De estos, 47% en Kenya y 56% en Tanzania informó que tenía retraso en sus pagos y 12% y 31% respectivamente, había dejado de pagar. Menos del 40% admitió que habían solicitado el préstamo digital por motivos relacionados con su negocio y algunos reconocieron que lo habían utilizado para apostar. Los deudores nocturnos son más proclives a dejar de pagar los préstamos.

La segunda investigación es del Centre for the Study of Financial Innovation (CSFI) con sede en Londres, el cual realizó una encuesta a prestamistas de microcréditos en todo el mundo con relación a sus preocupaciones. En 2018, por primera vez el riesgo que encabezó la lista fue la tecnología; el estudio concluyó que esta facilita el crecimiento, pero induce a una toma de riesgos excesivos, particularmente incentivando a la gente al sobreendeudamiento.

Los nuevos prestamistas digitales presumen que el otorgamiento de créditos es más fácil: “No hay papeleo ni requerimientos de garantías”, así lo afirma el sitio web Mother Finance, en Myanmar, y la cartera digital de Paquistán llamada SimSim, que ofrece ‘nanopréstamos’, los cuales pueden crecer conforme el deudor construye un buen historial crediticio.

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La problemática descrita en estos países de África del este puede ser el preludio de problemas similares en otros mercados, como México, donde el dinero móvil no ha tenido tantos avances.

Dos factores pueden ayudar para prevenir esto, según Deborah Drake del Centro de Inclusión Financiera en Acción. Uno es mejorar la regulación, ya que el fenómeno Fintech está evolucionando más rápido que el marco normativo.

El segundo factor es mejorar la evaluación crediticia. En efecto, a través del análisis de pagos y otros datos los algoritmos se pueden utilizar para prestar a aquellos deudores a los cuales los bancos nunca prestarían. Conforme se acumulen los datos, los prestamistas deben estar obligados a compartir sus opiniones y juicios con el buró de crédito y, de esta forma, dejar de ser vehículos de una nueva exclusión financiera.

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Cabe mencionar que la tasa de interés anualizada de muchos microcréditos en Kenya es de 100%. Eso sugiere que los prestamistas están contribuyendo de alguna forma a que sus clientes caigan en suspensión de pagos, lo que muestra la tensión existente en el negocio de la inclusión financiera. Muchos de sus pioneros tienen como objetivo mitigar la pobreza, pero para lograrlo dependen de prestamistas comerciales que operan en un ambiente con una deficiente regulación.

No cabe duda de que los tiempos actuales se caracterizan por la transición hacia lo virtual. En nuestro país, el gobierno presentó recientemente, a través del Banco de México, una serie de medidas para fortalecer la inclusión financiera, como son la plataforma electrónica Codi (Cobro Digital) y la posibilidad de que los jóvenes entre 15 y 17 años puedan abrir cuentas bancarias a su nombre, sin necesidad de un tutor.

Ante las medidas del actual gobierno para fortalecer la inclusión financiera, no está de más que tome en cuenta la evidencia presentada en África del este e instrumente medidas preventivas, de forma que las operaciones financieras móviles no tengan un efecto contraproducente y se conviertan en un instrumento de exclusión financiera.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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