¿Qué pasará si los pronósticos de crecimiento, producción de petróleo y desempeño industrial de Estados Unidos no se cumplen? El gobierno no tendrá la recaudación tributaria que estimó para poder solventar su gasto e inversión.
Para revertir dicho escenario, se presentó un presupuesto orientado a la reactivación del sector energético y al gasto social, un acuerdo con el sector privado de fomento a la inversión y se apostó por una negociación suave en la reapertura del TMEC: el Partido Demócrata mantuvo una posición irreductible para que su gobierno planteara mayores restricciones a México en materia laboral, de contenido regional en acero y aluminio, así como una regulación ambiental más estricta para toda América del Norte.
El 2020 será testigo del alcance real de las estrategias implementadas por el gobierno federal: sin lugar a duda que será complejo alcanzar todas las metas, básicamente porque el crecimiento económico sigue subordinado a un segundo plano y no hay un programa de reactivación industrial que mitigue la recesión que se vive en ese sector.
Un segundo año de bajo crecimiento no pondrá en entredicho si el presidente López Obrador logra “pasar a la historia”, ese objetivo lo cumplió con su trayectoria y victoria electoral. En realidad, el 2020 pondrá a prueba si la llamada cuarta transformación puede pasar del terreno de la política al de una administración pública orientada a resultados: crecimiento, bienestar, empleo formal, inversión, seguridad, educación y servicios de salud de calidad, por ejemplo. Básicamente los parámetros que distinguen a los países desarrollados del resto y en donde México ha fracasado en los últimos 45 años.
Nota del editor: José Luis de la Cruz Gallegos es Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC). Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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