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El Covid-19 y el origen de las críticas

Cuando el gobierno Federal ha intentado ajustar la percepción a la realidad lo único que ha logrado es ensanchar el vacío de información y la desconfianza, opina Mario Maraboto.
mié 25 marzo 2020 06:46 PM

(Expansión) – El pasado 16 de marzo, la señora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del actual presidente de la República publicó en Twitter: “Por razones estrictamente sanitarias levanto mi huelga en @twitterLatAm. Aviso que no leeré ninguna cochinada aunque paguen y se envilezcan. Volveré a la huelga cuando estemos salvos”.

Desde ese momento su actividad en la red social, quizás alentada por su esposo, ha consistido en prevenir sobre mensajes falsos acerca del corona virus, sobre quiméricos emisarios, sobre “epidemiólogos ‘patito’ que pululan y no son confiables” y en invitar a informarse a través de la conferencia vespertina sobre la epidemia.

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Aun cuando no respondió mi solicitud de no generalizar y especificar quiénes son algunos de esos epidemiólogos “patito”, la señora tiene razón sobre noticias falsas. Pero el fondo del tema es que el origen de toda esa información fue la inconsistencia en la comunicación oficial y las formas de transmitir mensajes que han ido de lo científico a lo político y de lo serio a lo irresponsablemente gracioso.

El resultado ha sido la pérdida en la credibilidad y la consecuente desconfianza en el gobierno por parte de diversos sectores de la sociedad.

La crisis de comunicación empezó a manifestarse el 28 de febrero, cuando el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, durante la reunión mañanera del presidente abundó en información que generó confusión.

Primero abordó el tema del crucero Meraviglia, con 6,000 pasajeros, que atracó en Cozumel y después de varias horas se la autorizó el desembarco de los pasajeros luego de corroborar que los exámenes a dos pasajeros presumiblemente contagiados dieron negativo; ello dejó la duda sobre los otros 5,998 pasajeros y tripulantes.

Luego habló de cuatro casos sospechosos en sendos Estados que fueron descartados, confirmó el primer caso en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, en la Ciudad de México, y uno más en el Laboratorio Estatal de Salud Pública de Sinaloa, y citó “otras personas de sexo masculino que están asintomáticos, uno en el Estado de México y otro en la Ciudad de México”.

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Agregó que esos casos parecían relacionarse con un mexicano con síntomas que estaba en Bérgamo, Italia, a donde habían ido “la tercera semana de febrero y donde muy probablemente ocurrieron los contagios”. Finalmente comentó que el virus es real, que “no se puede contener”, y que “no es una enfermedad grave…” aunque para esa fecha los medios ya reportaban que el número global de muertes por coronavirus había alcanzado 2,922, la mayoría de ellos en China.

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¿Bastaba con realizar exámenes a sólo 2 pasajeros de un trasatlántico? ¿Tenía caso hablar de casos sospechosos cuando en realidad sólo había dos confirmados? ¿Fue atinado expresar que no es una enfermedad grave cuando progresaba el número de decesos en el mundo?

Todo ello generó la percepción de que el Gobierno Federal no estaba actuando adecuadamente y que de alguna manera estaba manipulando la información, percepción que se fue acentuando al paso de las semanas y se incrementó ante la demora en actuar.

Según la Real Academia Española, ‘percepción’ es: “Sensación interior que resulta de una impresión material hecha en nuestros sentidos”. Psicológicamente, la percepción es un balance dinámico entre la realidad y nuestra mentalidad y según Al Ries en su obra “ Las 22 Leyes inmutables del marketing ” “La percepción es la realidad” y “verdad y percepción llegan a fusionarse en la mente, no permitiéndole diferenciar entre ambas”.

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En gestión de crisis de comunicación se sabe que cuando la percepción se aleja de la realidad se genera un vacío de información que es llenado con rumores, información contradictoria y versiones no corroboradas que generan una realidad paralela. Cerrar ese vacío es más complicado cuanto más tiempo se toma en reaccionar con una comunicación precisa, puntual y verificable que genere credibilidad y confiabilidad.

Cuando el gobierno Federal ha intentado ajustar la percepción a la realidad lo único que ha logrado es ensanchar el vacío de información y la desconfianza. El presidente sistemáticamente viola las indicaciones sanitarias, invita a seguir abrazando, no respeta distancias, besa a niños (inclusive, contra el orden jurídico, publica la foto) y manifiesta estar protegido con estampitas religiosas; el vocero ha mezclado lo científico con lo político y declara a su jefe prácticamente inmune a cualquier enfermedad al decir que “tiene fuerza moral” y no “fuerza de contagio”, y la Secretaria de Salud que seguramente se esfuerza en contener la emergencia lanza una heroína de caricatura (sin referencia al gobierno) llamada “Susana Distancia”.

Por ello también diferentes sectores de la sociedad empezaron a rebasar al gobierno con acciones de protección e higiene, a pesar de las consecuencias económicas que ello va a traer. Finalmente: ¿qué será más costoso: suspender actividades o enfrentar las consecuencias de la epidemia?

Nota del editor: Mario Maraboto es Licenciado en Periodismo por la UNAM. Investigador Asociado en la Universidad de Carolina del Norte. Autor del libro "Periodismo y Negocios. Cómo vincular empresas con periodistas". Consultor en Comunicación, Relaciones Públicas y situaciones especiales/crisis desde 1991. Escríbele a su correo mmarabotom@gmail.com y síguelo en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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