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Replantear la estrategia económica hacia mejores empleos y mayor bienestar

Uno de los retos es la reactivación en el dinamismo de la productividad de manera sostenida, opina Juan Alberto González.
mar 28 abril 2020 11:58 PM

(Expansión) – La crisis que se desarrolla rápidamente por la pandemia presenta un desafío histórico para el país; más allá del riesgo que implica para la salud, está claro que México deberá desarrollar soluciones rápidas e innovadoras para superar los efectos económicos y sociales causados por el COVID-19.

No solo se trata de apoyo financiero, lo que más se requiere en situaciones excepcionales como la actual es conocimiento y asistencia técnica para el diseño e implementación de políticas públicas contracíclicas efectivas.

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Diversos estudios han mostrado la existencia de una relación positiva y estadísticamente significativa, de que en cuanto más contracíclica es la política fiscal, menor es la duración de una crisis económica, de igual forma cuanto más contracíclica es la política de gasto, menor es la caída del PIB.

Durante décadas, en el país se buscó garantizar importantes recortes del gasto público para reducir el déficit y esto debilitó el estado de bienestar, lo cual contribuyó a la poca preparación de México para responder ante la pandemia; asimismo, el escaso proceso de diagnóstico y análisis de factibilidad con el cual se instrumentan las políticas públicas en el presente ubican al país necesariamente en una posición de permanente rezago frente a los impactos sociales y económicos del COVID-19.

Para proteger el empleo, los salarios, la seguridad social y sentar las bases para una recuperación inmediata de la economía, se requiere del establecimiento de apoyos a la actividad productiva aumentando el déficit público. El ejemplo nos lo dan otras naciones, tal es el caso de Alemania, el país ha previsto movilizar al menos unos 150,000 millones de dólares; para el caso de Francia se está hablando de 110,000 millones. En el caso de México, la respuesta por ahora ha sido tímida y las medidas anunciadas suman en torno a 27,000 millones.

Apoyar la planta productiva nacional debe ser una prioridad, sobre todo hacia las pymes, las cuales han tenido una drástica reducción de ingresos, que no sólo se deriva del cierre obligatorio decretado por el gobierno, sino también de la falta de la demanda, el alza de la inseguridad o la imposibilidad de llevar a cabo la actividad, aspectos que suponen el mayor obstáculo a los negocios.

Uno de los retos es la reactivación en el dinamismo de la productividad de manera sostenida; por una parte, la productividad agregada aumentaría si la eficiencia al interior de cada empresa se eleva; esto ocurriría, por ejemplo, cuando la innovación y el desarrollo tecnológico se traducen en una mayor capacidad de las empresas para producir más con menos, o si los trabajadores que en ellas laboran se encuentran mejor capacitados.

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Lo anterior requiere de los siguientes aspectos; políticas públicas que contengan incentivos para que los trabajadores que hoy laboran en la informalidad se empleen en el sector formal, canalizar financiamiento hacia actividades y empresas con un alto retorno económico -pero que hoy en día siguen al margen del sistema financiero-, estimular un proceso de cambio estructural mediante el crecimiento de actividades e industrias de alto valor agregado, retomar una estrategia orientada primordialmente al mercado interno que genere un aumento sostenido de la productividad y hoy más que nunca, la consolidación de una economía del conocimiento.

Los apoyos se deben de encausar en dos vías fundamentales; el mantenimiento del empleo formal y la creación de incentivos fiscales que les permita a las empresas seguir operando. Estos dos elementos serán clave para la reactivación de la economía.

La recuperación económica en el país debe ir acompañada de cambios en las estructuras productivas y en los patrones de especialización, los cuales deberán enfocarse a ampliar la capacidad de la economía para generar nuevas actividades productivas dinámicas; en ello el motor de este proceso es el cambio tecnológico, el cual depende de la capacidad que tengan las empresas para absorber y generar dicho cambio.

Esta transferencia de tecnologías ligada a las actividades productivas no es pasiva, pues involucra un proceso activo de atracción de las industrias y un proceso igualmente activo de aprendizaje tecnológico que también puede generar innovaciones en industrias secundarias y sobre todo en las pymes.

Una tendencia específica con impacto directo en las vidas y el bienestar de los ciudadanos es la relacionada con el cambio tecnológico, que está teniendo impacto en las economías y en las perspectivas de crecimiento, así como en la naturaleza de los empleos.

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Las respuestas de nuestro país deben incentivar no solo la recuperación, sino también la creación de empleos de mejor calidad y potenciar la empleabilidad de los ciudadanos, proporcionando mejor educación con pertinencia, a fin de mejorar la conexión con las demandas de los mercados; se debe abordar el desafío de promover el crecimiento económico y la expansión de sectores con capacidad para crear empleo.

El escenario actual, aunque adverso, también nos pone frente a la oportunidad de mejorar las capacidades productivas nacionales que demandan respuestas de política pública más sofisticadas que no solo provean de mayores ingresos y puestos de trabajo, sino que también incorporen una visión de mayor compromiso con la búsqueda del bienestar y la sustentabilidad.

Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es director de Spark UP y académico de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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