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El COVID-19 en México, similar al ébola en España

En Palacio de la Moncloa habían tardado en reaccionar igual que hoy en Palacio Nacional ante el COVID-19, opina Mario Maraboto.
dom 03 mayo 2020 06:59 AM

(Expansión) – En comunicación, la planeación estratégica puede disminuir los riesgos de tener que hacer contención o control de daños cuando se genera una crisis. El tema del COVID-19 así lo ha evidenciado en México.

A partir de que el 30 de enero la OMS declaró una “una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII)”, el 14 de febrero la Secretaría de Salud publicó los “ Lineamientos Para la Atención de Pacientes por Covid -2019 enfocado fundamentalmente al personal de salud. No obstante, me parece que faltó una estrategia de comunicación intra-gubernamental sobre las previsiones establecidas en el mismo.

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Los lineamientos establecen que al realizar una intubación orotraqueal (“procedimiento de alto riesgo”) se debe “Utilizar cubrebocas de alta eficiencia (N-95) previamente probados con pruebas de ajuste realizadas por el personal de epidemiología…” y agrega que “…se debe utilizar protección ocular (gafas médicas o caretas), batas resistentes al agua de manga larga de un solo uso y guantes. Todo el personal involucrado en la secuencia de intubación debe contar con las medidas de protección” y hace especial mención al personal de enfermería “que está en mayor riesgo dado que pasa más tiempo en el área donde se atiende al paciente.”

El 28 de febrero, dos semanas después de expedidos los lineamientos, se dio a conocer el primer caso de COVID-19 en México y empezó a evidenciarse que el gobierno no había atendido a sus propios lineamientos y no se había preparado para enfrentar la pandemia. A contra reloj se empezaron a adquirir equipos para atender a los enfermos y para proteger al personal médico, mucho de lo cual carecía de calidad, según lo han manifestado públicamente médicos, enfermeros y gobernadores estatales.

Adicionalmente no hubo consistencia en los mensajes: el vocero oficial (de quien se siguen dudando sus datos) era contradicho por su jefe en palabras y hechos, y la presencia de un vocero alterno (el Secretario de Relaciones Exteriores) incrementó las confusiones.

Esta situación me recordó lo sucedido en España durante la “Crisis del Ébola” en agosto de 2014. La entonces Ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad del Gobierno de España, Ana Mato, autorizó un operativo (más bien propagandístico) para trasladar de Sierra Leona a España al misionero Miguel Pajares, y días después al sacerdote Manuel García Viejo, ambos enfermos de ébola, quienes fueron atendidos, entre otros, por la enfermera Teresa Romero.

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Cuando García falleció el 26 de septiembre, la enfermera Romero, ya infectada pero aún sin síntomas, tomó vacaciones y cuando empezó a sentirse mal, en varias ocasiones llamó al servicio de prevención de riesgos laborales en donde minimizaron su situación, hasta que el 6 de octubre enviaron a un médico y un técnico quienes descartaron el ébola.

Ninguno de los dos llevaba protección, la ambulancia no estaba preparada para protegerse del virus y el hospital al que la trasladaron tampoco estaba equipado para una eventualidad de este tipo. Finalmente ahí se confirmó que la enfermera tenía ébola.

Al recibir la confirmación del contagio, la Ministra Mato informó al entonces Presidente Rajoy, integró un equipo de crisis y decidió dar una breve conferencia de prensa que fue muy cuestionada y dejó insatisfecho hasta al mismo gobierno porque sembró más incertidumbres que certezas. Las críticas empezaron a arreciar sobre todo porque días antes había asegurado que todas las personas que habían atendido al sacerdote estaban “absolutamente controladas”.

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El tema se convirtió en trending topic en las redes sociales, donde se empezaron a ofrecer falsos remedios, se retransmitían desafortunadas declaraciones políticas y se difundían falsas noticias sobre la propagación del ébola en todo el país.

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Paralelamente el personal del Hospital Carlos III empezó a protestar porque los trajes que habían usado para atender a los sacerdotes eran dos niveles inferiores a los que se consideran seguros y además: “La formación que nos dieron fue cero. Solo un cursillo rápido sobre cómo ponernos el traje”, según el enfermero Manuel Torres, a lo que el Consejero de Sanidad madrileño respondió con una declaración que echó más leña al fuego: “Para explicar a uno cómo quitarse o ponerse un traje no hace falta hacer un máster. Pero unos tienen una mayor capacidad de aprendizaje que otros”. (Declaraciones similares a las escuchadas actualmente en México).

OPINIÓN: Líderes vacíos

Las críticas a la gestión de la crisis hicieron que el Presidente Rajoy - abucheado cuando visitó el Centro de Salud- destituyera a la ministra Mato para dar el mando a la vicepresidenta, Soraya Sáez, lo que significó la admisión implícita de un error.

En Palacio de la Moncloa habían tardado en reaccionar igual que hoy en Palacio Nacional ante el COVID-19. Sólo falta relegar al actual vocero de la pandemia como le sucedió cuando enfrentó la crisis del AH1N1 en 2009 por su pésimo manejo de datos. Finalmente: dice AMLO que ya dominó al virus; sería más importante que primero domine su soberbia.

Nota del editor: Mario Maraboto es Licenciado en Periodismo por la UNAM. Investigador Asociado en la Universidad de Carolina del Norte. Autor del libro "Periodismo y Negocios. Cómo vincular empresas con periodistas". Consultor en Comunicación, Relaciones Públicas y situaciones especiales/crisis desde 1991. Escríbele a su correo mmarabotom@gmail.com y síguelo en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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