¿Cómo hizo la industria tecnológica para rebasar a los magnates de la fabricación de gas, plásticos y químicos? Brindando una nueva materia prima: los datos.
La industria actual de TI gira alrededor de los datos: su registro, almacenamiento, análisis, procesamiento y aplicación. De ahí que los gigantes de redes sociales puedan desplegar un servicio “gratuito” para los usuarios, monetizando la información que ellos introducen o generan en la plataforma y ofreciéndola a otras compañías.
Sin embargo, este mercado no se basa solo en capitalizar la privacidad de las personas. Sectores como manufactura, alimentos y energía aprovechan las ventajas de la inteligencia de negocio en su operación, optimizando sus tiempos de producción y mejorando así la experiencia del cliente a través de cada etapa de la cadena de suministro.
Este nuevo paradigma tampoco es un asunto ajeno para el gobierno, la digitalización de sus operaciones permite a los ciudadanos tener una relación más eficiente y transparente con las autoridades. Por ejemplo, Corea del Sur anunció el año pasado la centralización de los documentos de identidad a los teléfonos inteligentes.
Para México tal ruta de desarrollo se encuentra en una etapa más temprana, no obstante, los esfuerzos de digitalización en el sector público comienzan a ser tangibles para la sociedad. A una escala básica, el pago en línea de impuestos y servicios ofrece una ventaja práctica para los ciudadanos, mientras que iniciativas más ambiciosas se introducen a la conversación nacional paulatinamente.
En un futuro cercano, podríamos empezar a ver la aplicación de estas políticas, por ejemplo, en la implementación de asistentes virtuales o chatbots en la Secretaría de Relaciones Exteriores. Incluso en dinámicas de acceso a la información nos encontramos con propuestas como Data México, un programa de la Secretaría de Economía que tiene como meta el convertirse en una fuente de datos abierta de la administración pública.
Más allá del mando federal, otros escalones de gobierno han comenzado a explorar el mundo de las tecnologías disruptivas. Uno de los casos más conocidos es el de Tequila, en el estado de Jalisco, una reinvención del pueblo mágico a través de Big Data. En esta comunidad, la implementación de sensores y conectividad no solo habilita la experiencia de sus habitantes, sino que busca potenciar la producción de agave en la localidad hacia una industria inteligente basada en el análisis de información, involucrando así elementos de la administración pública, ciudadanía y sector empresarial, en la formación de una de las primeras Smart Cities en Latinoamérica.
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