Con el paso del tiempo, esta interesante propuesta teórica dejó de pensarse estrictamente para la industria, y se amplió para otros sectores económicos. Hoy día es relevante para el consumo privado, el principal motor económico de muchos países, entre ellos Estados Unidos y México.
La pandemia del COVID-19 ha significado un desafío en más sentidos además del sanitario, y ha trastocado los hábitos económicos de las personas, entre ellos, por supuesto, el consumo.
Si bien es cierto que el comercio electrónico no está plenamente desarrollado en México, el confinamiento, el mayor tiempo de ocio, y una mayor digitalización, pueden ser detonantes de este hábito, que se podría potenciar con estrategias comerciales de algunas empresas.
Además, el comercio exclusivamente a través de internet representa sólo el 0.01% de las ventas minoristas de México, lo que sugiere un enorme potencial de crecimiento. Las tasas de variación anual de este rubro han crecido de forma ininterrumpida desde 2015, y lo han hecho a doble dígito.
Aunque, por otro lado, habría que señalar sus retos pendientes: a pesar de los grandes avances en la cobertura de servicios de internet, lo cierto es que aún un importante sector de la población en México, no tiene acceso a los servicios básicos de telecomunicaciones. AsImismo, aún existen rubros del comercio convencional que difícilmente podrían transitar a un esquema electrónico, es decir que no son perfectamente sustituibles, tales como la venta de algunos bienes duraderos o servicios.
OPINIÓN: La innovación es la piedra angular del regreso a la “nueva normalidad”
Otro desafío de las ventas por internet es que al experimentar un aumento considerable en la demanda, y al mismo tiempo menos trabajadores disponibles, los procesos y las cadenas de envíos, así como los servicios postales, se han visto retrasadas, por lo que es necesario ampliar las capacidades y adaptar dichos procesos.