Los sectores más vulnerables son:
- El financiero: cabe recordar el caso registrado en abril de 2018, cuando cinco entidades bancarias mexicanas fueron hackeadas a través de su plataforma SPEI, generando una pérdida aproximada de 300 millones de pesos, resultado de los 85 casos que sufren las entidades financieras al año, según lo reporta la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.
- Los medios de comunicación y las redes sociales, como el reciente caso de intrusión a la plataforma de Twitter, ocurrido el pasado 15 de julio y los casos investigados por el FBI de hackeos a una popular plataforma gratuita de videoconferencias en marzo del 2020;
- El educativo, donde ocurren interrupciones de clases en línea de escuelas públicas y privadas, donde “participantes no invitados” muestran información inapropiada o gritan improperios a los alumnos de la sesión.
En esta “nueva normalidad”, grandes y medianas empresas solicitan ayuda en “nuevos casos de extorsión” que no se refieren a rescatar a una persona privada de su libertad, sino a información secuestrada por profesionales del hackeo, quienes piden dinero a cambio. ¿Quién diría que la información se convertiría en una moneda de cambio tan valorada y poco cuidada?
Y esto no es nuevo. En 2018 se pronosticaba que el 90% de las empresas podría ser blanco de hackers -según lo informó en su momento MasterCard Global-, pero el COVID-19 se nos vino encima y no hubo tiempo para prepararnos a trabajar y tomar clases desde casa. De la noche a la mañana, nos convertimos en especialistas IT y nuestros hogares, en un laboratorio de comunicaciones y sistemas. E incluso, las fiestas se convirtieron en convivencias virtuales donde compartimos experiencias, vivencias y música a través de plataformas en línea. ¿Quién diría que en el 2020, a nivel mundial, hay más videoconferencias que llamadas telefónicas?
La ciberseguridad siempre ha existido pero hoy es un negocio. Detrás de los hackers existe una gran asociación delictiva, perfectamente organizada para compartir, vender e intercambiar información personal para llevar a cabo fraudes y fechorías.