4 cambios que veremos en las empresas después del COVID-19
Con este esquema se podría pensar que los beneficios son únicamente para la empresa a la que pertenece, pero lo son también para él, al generarle aprendizaje, experiencia y un sentido de orgullo y pertenencia a la organización.
Por otro lado, el emprendedor es iniciador, parte de cero arriesgando su patrimonio, sin embargo, goza de la libertad necesaria para actuar de forma independiente. Para ambos, la experiencia de emprender, dentro de una empresa o fuera de ella (de forma independiente) contribuye de forma importante a su formación personal y profesional, y al proceso de innovación.
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De esta manera, no es necesario detallar la importancia que tiene la innovación para ser competitivos, podemos innovar llevando a cabo actividades diferentes a las de nuestros competidores o realizando las mismas actividades de manera distinta, y para esto no siempre se requiere tener un laboratorio o toda un área dedicada a buscar soluciones o productos innovadores.
En muchas empresas, y, sobre todo, en las de tecnología, basta ofrecer un entorno adecuado para que surja el intraemprendimiento, así como facilitar los recursos que necesiten los colaboradores, y la asistencia y apoyo para convertir una idea en un proyecto rentable y exitoso.
Puede sonar fácil propiciar ese ambiente para dejar que surjan las ideas, y entonces apoyarlas, pero no lo es, ya que en la mayoría de los casos se necesita un cambio cultural profundo en donde no se castigue el error o el fracaso, y se permita experimentar, dar la “libertad” y los recursos, sabiendo que no toda iniciativa de intraemprendimiento será exitosa, así como sucede también en el mundo del emprendimiento.
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Es así como propiciar el intraemprendimiento trae múltiples beneficios para la empresa y los colaboradores, como el atraer y retener talento, tener empleados motivados, aumentar la eficiencia y rentabilidad, así como lograr más ventajas competitivas, mayor crecimiento y acortar el tiempo necesario para poner en práctica las ideas de negocio.
También trae fuertes compromisos para la organización como demostrar interés por el intraemprendimiento y aprobarlo, generar confianza, estimular a los colaboradores para que lo intenten y evitar la desilusión en caso de un fracaso; brindar apoyo y acompañamiento en el proceso, abogar por los beneficios, colaborar y, sobre todo, facilitar los recursos necesarios para llevarlo a cabo.
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De esta manera, el intraemprendedor no debe ser visto nunca como una amenaza, sino como un emprendedor con la camiseta bien puesta de su organización; una persona que comparte y vive la misión, visión y valores de esta, y quien está verdaderamente comprometido con ella, sin duda el mejor aliado de la empresa para innovar y elevar su competitividad.
Nota del editor: Jorge Lezama es Vicepresidente de Finanzas en T-Systems México. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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